DÍA 166: [DIARIO NAVIDEÑO 17] Desmontando a los Reyes Magos

Me despierto como por rutina, en el preciso instante en el que el día está a punto de desperezarse.

La casa está sumida en un profundo silencio, tan solo se escucha, si se pone intensa atención, el crujir de las maderas que ocultan el suelo... ajustes de primera hora a causa de los cambios de temperatura, probablemente.

El sonido de la tranquilidad, pienso, únicamente cortado por las teclas de mi ordenador en la soledad de mi habitación de juventud.... únicamente diseccionado por mis pensamientos incesantes, acechantes.

Este sosiego me hace recordar a las mañanas de Reyes en mi niñez... recuerdos. Tal vez hoy también sea mañana de emotivos regalos... aunque no estoy convencida con absoluta certeza pues he perdido la conciencia temporal.

Y pensando ahora en la mañana de Reyes surge espontáneo un pensamiento delirante, una rumiación repetida año tras año, una reflexión... el caso es que mi relación con sus majestades siempre ha sido distante, digamos que presento reverencias pero con desconfianza... siempre ha existido algo en ellos que me impide entregar plenamente mi actitud súbdita.

Medito sopesadamente sobre este extraño sentimiento y de pronto, en esta muda mañana que parece magistralmente majestuosa, creo haber encontrado la respuesta a esta singular relación donde tan solo está presente una de las partes... aquella que esto vuelca ante una pantalla monologuista.

Los Reyes Magos no terminaban de convencerme porque promueven el consumo materialista desde su primera aparición en escena... según se cuenta.

Quiero decir, originariamente, como ya sabemos, los dones entregados fueron oro, incienso y mirra... quizás la historia debería haberse escrito con otras dádivas igualmente reales y exquisitas pero menos materialistas... así nuestra réplica cada noche de cinco de Enero hubiera sido menos dolorosa para el bolsillo y más enriquecedora para el alma.

Busco el casi olvidado simbólico significado de los mágicos presentes y traigo de nuevo a mi memoria que el oro es un símbolo de la realeza, el incienso nos remite a la divinidad y la mirra alude a la humanidad... asiento, medito y... sigue sin convencerme.

Quizás hubiera sido más apropiado, dada la repercusión histórica que esta inesperada visita a un humilde establo iba a tener, regalar otro tipo de obsequios que ayudaran a mejorar la calidad de vida espiritual de quienes poblamos la Tierra... quizás valores bien cimentados o algo menos material... porque contándose el suceso como se cuenta, lo que se promueve, indiscutiblemente, es que perpetuemos la conducta de los tres visitantes en términos parecidos... regalando objetos materiales y fomentando el consumismo desmedido... algo difícil, duro e incongruente en los tiempos que nos toca vivir... y, en realidad, en cualquier momento de la biografía de la humanidad.

Así pues, con este extraño sentimiento quijotesco y con ciertos toques de rebeldía espiritual... lo que sí me resulta convincente de esta mañana, que ahora a buen seguro sé que es la de Reyes, es la ilusión que envuelve este amanecer.

No importa la edad de quien abra hoy los ojos... seguro que un cosquilleo de ingenua y pueril ilusión aborda su estómago, eso es lo que nunca se debe perder... ese eterno sentimiento de pulida inocencia, aparcando malos pensamientos y actitudes deshumanizadas y volcando nuestra energía en sonreír hasta que los músculos faciales clamen descanso... riamos y sonriamos en esta mañana de Reyes... y perpetuemos esa pura sensación durante muchos días en este año recién estrenado.

¡¡FELICES REYES AMIG@S DE 12:45PM!!

¡¡OS REGALO UN AÑO DE DIARIAS SORPRESAS HECHAS PALABRA AL ASOMAROS POR MI VENTANA!!

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