viernes, 27 de julio de 2018

DÍA 830: Sincerándome

Estamos casi en agosto y se nota. 

Las calles a primera hora de la mañana amanecen más vacías de lo normal y el sol aprieta antes de que pueda verse reinando los cielos, imponente.

El descanso tras un año intenso de trabajo está cercano y mi cabeza siente que cierra un ciclo. Mi particular curso escolar llega a su fin y este ha sido uno de los años en los que más cosas de la vida he podido aprender. Cosas de esas que no se ven, que se sienten y punzan, hacen brecha, cierran y sanan. Cosas del alma, cosas que enriquecen y nos desvelan un poco más de nosotros mismos.

Si tuviera que hacer balance de este año lo podría resumir en una sola palabra: Desbalance.

Eso me han traído los meses que han pasado desde mayo de 2017 hasta julio de 2018, un grandioso desbalance. Inestabilidad. Ruptura. Desajuste. Rotura y desorden emocional.

Pero también me ha traído reconciliación conmigo misma, superación, aprendizaje, reconstrucción, fortaleza, descubrimientos personales y hacer las paces con la debilidad.

Porque si algo bueno me llevo de este camino accidentado es que la debilidad es una grata compañera, ella nos obliga a soltar peso. Nos quita corazas, nos ayuda a ver que ser vulnerable, más allá de una tragedia, en realidad es fortaleza porque nos hace humanos y conscientes sobre aquello en lo que debemos centrar nuestras energías. Mirar a un lado, evitarnos a nosotros mismos y correr hacia delante como alma sin cabeza, nos lleva tarde o temprano a caer en el precipicio.

Vivimos en una cultura en la que nos educan bajo la coraza de que mostrar debilidad nos sitúa en un estatus mediocre. "Sonriendo estás más guapa". "Los niños no lloran". "Ser flojo es de cobardes".

Pues querida cultura inmersa en un sistema mezquino y manipulador, te voy a decir algo, proyectas tu fragilidad en nosotros, como el maltratado que maltrata para sentirse más fuerte y dominante. Ahora sé que el débil eres tu y manipulas nuestras emociones para controlar tus propios egos.

La realidad es que, tras este año de enfrentamiento personal a mis monstruos y oscuridades, te grito fuerte y alto que soy quebradiza, frágil y humana y eso, con absoluta certeza, me hace más fuerte que tu mentira, porque lo mio es real y lo tuyo tan solo un espejismo. 

El ser humano es frágil por naturaleza y lo que le hace fuerte es precisamente asumir esta debilidad, porque siendo conscientes podemos dirigir nuestros esfuerzos hacia lo que realmente nos protege y no hacia lo que nos hacen creer que el mundo necesita.

Estamos casi en agosto y lo noto. 

Ahora se con certeza que hay un antes y un después en mi persona, ahora soy una versión mejorada de mi misma y todo se lo debo a un largo peregrinaje de muchos años por caminos enrevesados y a unos últimos 12 meses de implosión profunda.

Nadie dijo que fuera a ser fácil, sino que merecería la pena... así que aquí estoy, en paz, liberada y delicadamente resistente. 


jueves, 12 de julio de 2018

DÍA 829: La ley del más fuerte

A veces, el león que habita en mis entrañas, ruge irascible y airado. Entonces es cuando todo mi interior retumba y, sobresaltado, sabe que se acerca la implosión emocional.

Yo lo vigilo desde la copa del árbol racional que es mi cabeza y, acomodada en una frágil rama sináptica, salvaguardo la lógica que me queda en mi intelecto.

El salvaje animal vive en la estepa de mi estómago, aunque cuando tiene hambre y la supervivencia prima, deambula hacia el pecho, el corazón o las manos. Ahí es cuando más lo temo, porque lo pierdo de vista, pero siento en todo momento que me vigila oculto tras las venas. Paciente espera el mejor momento para dar el salto y, en su arrebato impulsivo, acabar con todo el equilibrio que desde mi Baobab neuronal procuro custodiar de mi yo razonable.

A veces, durante la noche o en días calurosamente abrumadores, lo escucho respirar profundo y pausado. Eso me recuerda que, aun dormido, siempre está presente y debo mantener la alerta en vigilia si no quiero desembocar en un mar de furia desbocada de la que luego pueda arrepentirme.

Tristemente en este mundo existen demasiadas injusticias que avivan el espíritu depredador de mi bestia atrevida. Por eso vivo insomne en lo alto de mi cabeza, yo vigilo y apaciguo, doy aviso y equilibrio. Él defiende y protege, enérgico, vehemente. 

Así es como nos hemos aliado.

 Ante un mundo incoherente... nuestra alianza evidencia la ley del más fuerte.

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