domingo, 29 de noviembre de 2015

DÍA 799: Cantos de sirena en la madrugada



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Reconfortante sensación es escuchar, al amanecer tranquilo de un sábado, la sirena de un gran barco avisando a sus tripulantes que llegó el momento de soltar amarras, dejando la isla a las seis de la madrugada. 

Ahora siguen cantando los gallos.

Se oye una alarma en la casa de al lado.

Aviones que cruzan el cielo.

El sonido del expresso a lo lejos.

La ciudad despierta. Y yo quisiera seguir dormida... meciéndome desganada en el eco de la sirena del gran barco que abandona, indiferente, las costas de un Puerto Rico cubierto por nubes grises que amenazan tormenta.

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sábado, 21 de noviembre de 2015

DÍA 798: Empatía lacerante

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Me duele el dolor ajeno, tan silencioso. Tan súbito y melancólico. 

Emociones que me golpean la piel haciendo temblar mi carne y mis huesos.

Penas forasteras que entran por mis poros, y entre mis venas, enraízan su desgarro en mi espíritu solidario.

Solitario desconsuelo. Me duele el dolor ajeno.

Lastimosa empatía que conecta el desgarro de las almas en pedazos.

Si pudiera evitarlo, si supiera aniquilar tu mal trago, mi alma cansada sonreiría disimulando. Triunfadora.

Es inevitable, el sufrimiento del otro es un proyectil insalvable.

Hay quien nace con corazón de hierro. Forjado e impenetrable.

Y quien nace con cuerpo de cristal fino, quebradizo, sutil coraza de tejidos semejantes.

Lo mío es tuyo. Lo tuyo es mío.

Tu pena, tus lágrimas amargas inundando ese grito ahogado en tu pecho extenuado,
yo las recojo, las mezo y custodio… hasta que tu cuerpo despierte de ese letargo en que te encuentras.
Ausente.

Yo las alojo en mis entrañas, hasta que tu pena se vaya de tu cuerpo,
cobarde,
por derrumbe o desalojo.

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jueves, 19 de noviembre de 2015

DÍA 797: Doce de noviembre de 2015

El pasado viernes 13 de noviembre de 2015, un viernes negro y oscuro donde lo peor del ser humano inundó nuestras pantallas de televisión al tiempo que también lo hacían nuestros ojos incrédulos y agonizantes de tanto dolor insoportable, recibí un email de una lectora habitual que quiero compartir hoy con todos vosotros y vosotras. 

Además de la belleza del relato (“estaba inspirada" decía su autora) quiero hacéroslo llegar porque, personalmente, siento que es una descripción extraordinaria de lo que significa la calma antes de la tormenta.

Sin intuir nada, de una manera absolutamente ignorante a los acontecimientos que nos esperaban al día siguiente, esta maravillosa residente de 12:45pm tuvo el arrebato literario, el jueves 12 de noviembre en la noche, de escribir estas líneas en su ordenador.

Al día siguiente, viernes 13, pronto en la mañana, me lo encontré en mi buzón de entrada. Hoy lo publico para todos vosotros y vosotras.

Homo Homini Lupus Est…


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"Doce de Noviembre en la ciudad. Once de la noche y está dormida, o quizás solo adormecida. No hay ruidos. Se escucha el silencio y casi da miedo.
Cae la niebla poco a poco y va invadiendo los parques, las calles, las casas y los rincones ya casi desconocidos.
Se escucha el silencio, interrumpido por algún que otro coche despistado que atraviesa la casi ya difuminada carretera. El semáforo está dormido, ya sólo parpadea.
Ese bullicio que pocas horas antes gobernaba las calles, ahora se protege en sus guaridas, sus hogares, sus cálidas estancias.
Mañana  igual saldrá el sol y nos calentará el cuerpo y quizás también el alma.
Ahora toca descansar y refugiarnos del gélido exterior.
Nada es eterno y seguro que cuando abandone mis cálidas sábanas al alba, la luz del sol me sorprenderá con un estimulante amanecer y con él, la energía suficiente y quizás desbordante, que hará de mi mañana, un día especial.”
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