Como cada mañana, aquel Lunes agotador y cuesta arriba tras un fin de semana más largo de lo normal (pues el Viernes anterior había sido fiesta y... como suele pasar en estas ocasiones... las expectativas de descanso nunca se cumplen ya que se empieza de nuevo la semana más cansado de lo que se terminó la anterior) amanecí de madrugada... aunque probablemente debería decir que amanecí bien entrada la noche, pues aún faltaban varias horas para que el Sol nos diera su habitual Buenos Días.
También como cada mañana, encendí mi ordenador mientras ponía en orden el entorno... prendiendo la lamparita de mesa y el ventilador, tranquilizando al gato y preparándome un café... y teniendo como acto final el sentarme en el sofá negro del salón para iniciar mi repaso por los periódicos digitales, blogs variados (absolutamente eclécticos entre ellos) y, en el mejor de los momentos, robarle unos minutos al día para buscar en mi interior, empecinadamente, algo de inspiración que se plasmara en estas pequeñas historias diarias que comparto desde hace tres meses a través de esta indescriptible ventana.
También como cada mañana, encendí mi ordenador mientras ponía en orden el entorno... prendiendo la lamparita de mesa y el ventilador, tranquilizando al gato y preparándome un café... y teniendo como acto final el sentarme en el sofá negro del salón para iniciar mi repaso por los periódicos digitales, blogs variados (absolutamente eclécticos entre ellos) y, en el mejor de los momentos, robarle unos minutos al día para buscar en mi interior, empecinadamente, algo de inspiración que se plasmara en estas pequeñas historias diarias que comparto desde hace tres meses a través de esta indescriptible ventana.
En principio la madrugada no presagiaba nada fuera de lo que viene siendo habitual desde hace noventa y cuatro días... excepto porque cuando todo estaba listo vi que, en la pantalla de mi portátil, como una ensoñación, aparecía una curiosa imagen que de pronto, como un interruptor, removió melancólico y al mismo tiempo misterioso y sorprendido mi interior...
https://www.google.es/ |
... Pequeño Nemo (Little Nemo) fue uno de los libros que marcó no solo mi infancia, sino también mi adolescencia... incluso me atrevería a decir que mi adultez también, pues aunque había quedado guardado en algún recóndito rinconcito de mi recuerdo... hoy he descubierto que nunca salió de mi interior y por ello es probable que me haya ido marcando, junto a otras experiencias, la manera de ver la vida.
Recuerdo aquel pijama (incomodísimo pensaba siempre) de color amarillo clarito, aquel pelo revuelto, la Princesa, el curioso Doctor Píldora, la cama que cobraba vida, Flip, los padres desesperados... la cara de Nemo al final de cada capítulo... sorprendida, escéptica y desubicada expresión... ¡todo una alarde de imaginación que despertó mi absoluta curiosidad en grandiosas imágenes y pequeños textos!.
Descubrí que, sin saber cuáles eran los nombres técnicos, me encantaba el Surrealismo y el Art Nouveau (estos hallazgos los constaté años después al encontrarme con la obra de Dalí y con La Casa de Lis en Salamanca... entre otros cruces artísticos "casuales"). Esos mundos coloridos, oníricos, alegres y reflexivos, aportaron subjetividad a mi vida y me ayudaron a fundamentar las bases con las que hoy, unos cuantos años después, observo nuestra existencia con estas dos pequeñas ventanas circulares, mis ojos, que guían mi mirada y que se alimentan de entradas y salidas de experiencias y de imágenes que, a modo de cuadros realistas, enriquecen mis visiones allá donde guío mis anhelos.
¡¡Pequeño Gran Nemo en el País de los Sueños Realistas!!
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Little_nemo_the_walking_bed.jpg |
Interpretaré ésta señal, la que el mayor buscador del mundo cibernético nos ha hecho llegar en el día que esto escribo, como una llamada de alerta a dejarnos mecer por los sueños, a rescatar recuerdos de infancia que, inconscientemente, nos marcaron nuestras visiones de vida adulta y, sobre todo, a encontrar un espacio y un tiempo en esta vida mía tan acelerada para buscar aquel maravilloso ejemplar, a simple vista de papel, cartón e hilo, entre mis objetos amontonados y dejar volar una vez más la imaginación... constatando que no hay edad para soñar y que cada uno busca donde más le apetece e inspira ese rescoldo de energía para continuar el camino de una manera diferente e ilusionada... al fin y al cabo, de eso se trata la vida, ¿no?...
... quizás, como sucede con Nemo, al final de la historia vivamos el momento en el que verdaderamente despertamos... así que sueña todo lo que puedas... antes de que el desvelo llegue a tu vida.
http://www.eslahoradelastortas.com/?p=18444 |
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4 comentarios:
Para mi, mi referncia es "El Principito" (" Le Petit Prince") de Antoine de Saint-Exupéry.
Quién no lo conozca que entre en el buscador de Google, en Wikipedia o en Biografía para que descubra un poco más al autor y sus desdichas, porque todo ello dieron lugar a un GRAN petit cuento MAGISTRAL.
Feliz Viernes y Feliz Fin De Semana
Hola M.G., cada uno tenemos un libro de referencia para ensoñaciones, ¿verdad?
Realmente El Principito es un tesoro, yo hasta duermo con él... te contaré un secreto y te diré que tengo 2 pijamas con su imagen ;)...
Un besazo y ¡buenas noches!
pues no conozco a Little Nemo y por lo que leo me perdí algo importante.
biquiños,
Aldabra, aun no te has perdido nada porque tienes oportunidad de descubrirlo... son historias que nunca pasan de moda y realmente son entretenidisimas.
¡A mi me encanta Little Nemo! no puedo evitar ocultarlo (ni quiero ;D).
Un besazo
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