Amaneció de buen
humor. Esto no solía ser algo inusual, pero aquel día me sorprendió la
desbordante alegría que expresaba su mirada… acompañada de todas las facciones
de su cara.
Quise preguntarle el motivo de su exaltación, pero preferí mantenerme distante y alimentar esa agradable sensación que produce en numerosas ocasiones el misterio y la curiosidad. Al fin y al cabo fomentar la emoción en mi vida me vendría muy bien tras un largo periodo de ausencia en la recepción de sorpresas.
Quise preguntarle el motivo de su exaltación, pero preferí mantenerme distante y alimentar esa agradable sensación que produce en numerosas ocasiones el misterio y la curiosidad. Al fin y al cabo fomentar la emoción en mi vida me vendría muy bien tras un largo periodo de ausencia en la recepción de sorpresas.
Quiso regalarme
un copioso y elaborado desayuno. La verdad es que el olor a tostadas, zumo,
café y medias lunas recién horneadas con el que había embriagado la cocina... y la
mitad del vecindario... resultaba estar siendo una condena demasiado larga para
éste que ahora suscribe, pues las horas de profundo sueño me habían dejado
hambriento y desfallecido.
La escuché
tararear un bonita canción mientras, laboriosamente, acondicionaba la mesa con
un colorido mantel de flores verdes y amarillas que no se bien de dónde lo
habría sacado.
La radio
encendida le acompañaba de fondo en el avance de sus tareas. Al espiarla
cuidadosamente desde la parte final del pasillo me pareció incluso verla bailar
al compás de aquella canción melódica, un solo de guitarra y bongós con cierto
aire a cultura caribeña, pensé entonces que aquella imagen, encuadrada dentro
de una soleada claridad salpicada de motitas de polvo oscilantes en el aire, le
daban a la escena cierta inspiración a videoclip romántico... de esos en los
que se desea generar en el espectador una sensación de hogar idealizado.
El sonido, el
olor y el movimiento me dominaron y decidí abandonar mi espionaje frustrado
(pues ella me había descubierto hace ya un buen rato) y acompañarla en aquella fiesta
improvisada que había logrado crear entre baldosas, menaje y electrodomésticos.
Desayunamos
copiosamente, siempre acompañándonos aquella jovial música emitida de manera
continua en un canal sin descansos publicitarios.
Hablamos
intensamente. Nos pusimos al día sobre diferentes momentos vividos a lo largo
de la semana, la cual había sido intensa y por eso, en aquel momento de
relajación y plenitud, nos sentíamos vencedores de una cruzada que parecía no
tendría final por el largo camino hasta la llegada del Sábado.
Disfrutamos de
una mañana tranquila. Paseamos cargados con nuestras cámaras de fotos. Tuvimos
una sesión realmente provechosa, pues la luz del día y las escenas que fuimos
encontrando por El Retiro, vivo parque construido con agua, cristal y hierba,
decidieron sumarse a nuestra exaltación y nos regalaron momentos inolvidables.
La mitad del día
pasó como debe pasar… sin prisa y sin pausa… aunque confieso que en ciertos
momentos me vi tentado a romper mi propia promesa y preguntarle, agradecido,
por la motivación de su euforia.
Sin embargo fue
ya en las primeras horas de la tarde, después de disfrutar de un almuerzo al
aire libre en nuestro restaurante favorito, cuando yo, corroído a esas alturas
por una devoradora curiosidad, no pude controlar más mis instintos más
profundos y decidí preguntarle cuál era la causa por la que estaba tan risueña.
Esperando una
explosiva respuesta por su parte… ella, sonriéndome con la mirada y observando
a mi inquietud descontrolada con sus labios reveladores, simplemente me dijo…
“No hay motivo alguno.
Y a la vez todo es el motivo”
Le solicité
sorprendido más datos al respecto frunciendo un poco la comisura de la boca y
los ojos insatisfechos… ella, inmediatamente, comprendió mi gesto y amplió…
“En ocasiones, la vida nos regala un día de
energía positiva.
Sin motivo aparente.
Respiro para la mente y para el alma.
Son pequeños momentos de gran intensidad y gracias
a ellos recargamos el espíritu cuando, por voluntad propia, no somos capaces de
encontrar una motivación que nos active.
Debemos ser agradecidos con estos momentos de
esparcimiento, tenemos que ser sensibles y estar alerta para cuando nos llegue
un día de este tipo, seamos capaces de detectarlo y exprimirlo al máximo…
… pues no sabemos cuándo será nuestro turno
nuevamente”
Entendí claramente
su mensaje y, por un segundo, me entristecí por no haber sido capaz de entrar,
desde primera hora de la mañana, en esa energía que a ella le habían entregado
aquel día y que estaba compartiendo, desprendida, conmigo. Ella debió darse
cuenta de aquel pensamiento y, cogiéndome de la barbilla, me levantó la cabeza
y me dijo…
“… aún estás a
tiempo...”
... y me besó.
Aquel día fui el
hombre más feliz del mundo… y aún lo sigo siendo… exprimiendo conjúntamente la vida... acompañándonos
en el camino…
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6 comentarios:
Precioso. Una gran lección de vida. Yo también tengo días así, para compensar los días que tengo !choff! en los que me cuesta levantarme para ir a la oficina, hacer las tareas de la casa...
Y como bien dices, hay que aprovecharlos.
biquiños,
¡Buenos días Aldabra!
Muchas gracias por tu comentario, me encanta que lo que veis por mi ventana os guste, eso ayuda a que cada vez pueda tener más días así y menos oscuros (aunque los oscuros, por supuesto son necesarios para valorar a los luminosos... cuestión de equilibrio natural).
Un beso enorme y disfruta del puente (imagino que tienes fiesta, ¿verdad?)... yo haré todo lo posible por que así sea, ya que aunque estoy al otro lado del charco aqui mañana es fiesta tambien.
Un besazo enorme.
Siempre me haces sonreír y reflexionar
¡¡Buenos días Hannah!!
Me encanta ver nombres "nuevos" por aqui, se que muchos mirais a menudo por mi ventana pero no entráis a saludarme, sois bienvenidos y me encanta "escucharos" por la ventanita de comentarios (y si es para cosas bonitas como la que dices tu, pues mejor, pero las criticas construcitivas y las opiniones tambien me encanta leerlas, así que sientete libre siempre que quieras).
Hacer sonreir y reflexionar no es nada facil, así que ver que lo he logrado me llena de alegría.
Un besazo ENORME y ¡FELIZ DIA!
Qué buenos son esos días!!! Y qué estupendo el contagio en estas ocasiones!!
¡¡Así es Menchu!! Por eso debemos ser conscientes de ello y aprovecharlos al máximo.
Un besazo.
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