Pasiva y despreocupada.
Aquel Sábado 15 de Diciembre me mantuve tumbada en el sofá todo el día...
... pasiva y despreocupada.
Simplemente dejé pasar el tiempo... perdiendo minutos de vida, insustancial, anodina, evasiva...
... en definitiva... despreocupada y pasiva.
Fué un día vacío, inerte, estático, cóncavo e invariable... como mi motivación...
... flemática y sin ambición.
Sobre las 11:48am pensé, durante unos segundos, levantarme de aquel entramado de tentadores cojines y almohadas para dar un paseo rutinario por la casa a ver si todo seguía en su sitio... pero mi leve impulso de actividad duró poco... al fin y al cabo, si desde aquella postura supina no escuchaba ningún ruido extraño, significaba claramente que todo estaba en orden. No merecía la pena malgastar esfuerzo. Así que mejor, pensé, será mantenerme tumbada y descansar... con despreocupada pasividad.
Había pasado aproximadamente cuatro horas desde aquella nulidad sabatina... en la que había dejado escapar la mañana inmersa en una absorbente oquedad temporal. Me encontraba ensimismada en mis propias banalidades cuando mis músculos, mis huesos y mi conciencia comenzaron a chirriar oxidadamente.
A pesar de las doloridas alertas evidenciadas en mi mente y en mi cuerpo, yo me resistía imperiosamente a salir de mi acolchado letargo... me encontraba absolutamente evadida en el espacio y totalmente evasiva de los compromisos...
Sobre las 11:27pm me ví obligada a levantarme, entumecida, del sofá... no por dinamismo o activación... sino por una imperiosa necesidad fisiológica...
... y fue entonces cuando descubrí, al pasar por delante de la ventana y asomarme a observar la noche cerrada, que aquel había sido el día en el que todo había sucedido...
... y fue en ese momento, al descolgar mi mirada por el alfeizar de la ventana, cuando pude advertir, hasta donde mi vista alcanzaba a ver el infinito, que la calle, los edificios, el cielo y el universo estaban cubiertos de festividad y alegría... estaban envueltos de...
Tras disfrutar de aquella magnífica visión cercana a la perfección perceptiva... me giré y observé, estática, aquel insustancial sillón de cuatro plazas en medio de la habitación. Retante, altivo, despreocupado y pasivo.
Inicié velozmente mi caminar directo hacia él, enfurecida, dejando atrás la ventana pero sin perder de vista en mi recuerdo el paisaje en el que acababa de deleitarme. Decidí, en aquel preciso momento, finiquitar sin escrúpulo ni conciencia alguna, el peso que me anclaba a la desidia esclavista, la tentación hecha madera, paño, metal y encierro.
Agotada tras la contienda con mi propia debilidad encarnada en poltrona, aún sudorosa, jadeante y victoriosa, extraje del escritorio ubicado al fondo del salón una pequeña libreta amarillenta en espiral... y taché, grandiosa y triunfante, la segunda palabra de mi lista desafiante.
... y fue en ese momento, al descolgar mi mirada por el alfeizar de la ventana, cuando pude advertir, hasta donde mi vista alcanzaba a ver el infinito, que la calle, los edificios, el cielo y el universo estaban cubiertos de festividad y alegría... estaban envueltos de...
... promesas cumplidas y sueños consumados.
Anhelados abrazos desperdigados por el asfalto.
Objetivos superados y corazones henchidos de plenitud.
Riquezas distribuidas y valores acrecentados.
Familias reencontradas y amores reciclados.
Caricias, palabras, afectos y halagos en necesitadas almas.
Solidaridad.
Justicia.
Compromiso y vidas deseadas.
El horizonte mostraba utopías de concordia materializadas...
... gracias al esfuerzo de hombres y mujeres desperezadas.
Objetivos superados y corazones henchidos de plenitud.
Riquezas distribuidas y valores acrecentados.
Familias reencontradas y amores reciclados.
Caricias, palabras, afectos y halagos en necesitadas almas.
Solidaridad.
Justicia.
Compromiso y vidas deseadas.
El horizonte mostraba utopías de concordia materializadas...
... gracias al esfuerzo de hombres y mujeres desperezadas.
Tras disfrutar de aquella magnífica visión cercana a la perfección perceptiva... me giré y observé, estática, aquel insustancial sillón de cuatro plazas en medio de la habitación. Retante, altivo, despreocupado y pasivo.
Inicié velozmente mi caminar directo hacia él, enfurecida, dejando atrás la ventana pero sin perder de vista en mi recuerdo el paisaje en el que acababa de deleitarme. Decidí, en aquel preciso momento, finiquitar sin escrúpulo ni conciencia alguna, el peso que me anclaba a la desidia esclavista, la tentación hecha madera, paño, metal y encierro.
Agotada tras la contienda con mi propia debilidad encarnada en poltrona, aún sudorosa, jadeante y victoriosa, extraje del escritorio ubicado al fondo del salón una pequeña libreta amarillenta en espiral... y taché, grandiosa y triunfante, la segunda palabra de mi lista desafiante.
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4 comentarios:
La Conciencia de Snoopy (Emilio el pajarillo) al parecer se ha tomado un descanso, no? mientras tratas de salvar a la humanidad del fin del mundo.
Dias de estos he tenido, y sí, al final te queda un sabor agridulce por el conflicto interno que se te produce.
ANIMO Y A CARGAR LAS PILAS que ya es viernes!!!!
Un Beso.
Hola M.G.!! La conciencia nunca descansa, recuerda que esta ventanita es una expresión personal y experimental, así que esta serie forma parte de esta experimentación... y también tiene una conciencia entre líneas ;).
Gracias por tus buenos deseos!!! Confío en poder cargar esas pilas, lo necesito... y aprovecharé para expresar un poco mas esa inspiración personal y expiración artística.
Te deseo un buen fin de semana también y no dejes de pasarte por aquí, que esto no para!! ;)
Un beso enorme!!!
Siempre paso por aquí, me ha producido adicción!!!
Feliz comienzo de mes!!!!
Espero entonces que te siga gustando lo que lees... eso significará que continuarás las visitas :).
¡Feliz inicio de mes igualmente!
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