Todo se tornó de un color rojizo a su alrededor, los árboles al otro lado de la calle, las palomas que se amontonaban dispersas entorno a una anciana que lanzaba migas de pan escarlata a su alrededor, los coches que avanzaban apresurados sobre el asfalto teñido en granate intenso, el cielo, el aire, su propia piel... todo, absolutamente todo, adquirió un extraño tono cromático cercano a una escala encarnada, púrpura, bermellón y carmesí.
La vida se le hacía enormemente complicada bajo la frustraste incapacidad de diferenciar pigmentos más allá de aquella extraña paleta de colores hiriente y ruborizada. Se sentía perdido, taciturno e inconsolable.
La vida se le hacía enormemente complicada bajo la frustraste incapacidad de diferenciar pigmentos más allá de aquella extraña paleta de colores hiriente y ruborizada. Se sentía perdido, taciturno e inconsolable.
Se dejó caer, golpeando con todo su plomizo cuerpo la arena tintada de grana y quedó inmóvil y conmocionado, casi sin poder respirar, hundiendo su carrillo coloreado en pequeñas partículas de tierra rojas y brillantes a partes iguales.
Miraba fijamente, sin un solo parpadeo en horas, el pasar volátil y voluptuoso de las coloradas nubes por un cielo de profundo color rubí... podía verse reflejado en aquel espejo de sangre que fluía impasible ante su tragedia de argumento incomprensible, un melodrama teñido con patrones pigmentados bajo unos cánones sin criterio, bajo la más absoluta desdicha que un hombre podía recibir... la incertidumbre de un súbito cambio de iluminación en su vida controlada.
Las nubes, con ágil premura, circulaban sin rumbo por aquel cielo impertérrito en el que, teniendo un breve momento de dolorosa consciencia y realidad, pudo descubrir en él su reflejo... abandonado en el suelo de polvo y grava.
Fue instantáneamente en ese momento cuando se encontró reflectado en su propia mirada, una mirada de color vino tinto, de un rojo tan profundo que podía confundirse fácilmente con el negro lóbrego y eclipsado del averno.
Las imágenes avanzaban sanguíneas y dolorosas dentro de su pupila, clavándose en su corazón latente y extendiéndose por su cuerpo una avergonzada sensación de difícil digestión.
Y fue entonces cuando, como en una sesión forzada donde uno observa una película indeseada sin pago previo de taquilla, descubrió el origen de su rubicundo mal... la rabia, su propia rabia, esa que durante años había estado alimentando desde lo más profundo de su alma, esa cólera que todo lo embriagaba con los efluvios pintados de brillante tonalidad enrojecida.
La irritación y el enfurecimiento sanguíneo por la vida había llegado a controlar todos los espacios de su cuerpo, dominando así su originaria libertad como hombre policromático y logando que percibiera cada aspecto de su existencia bajo un yugo de irremediable irisación... inconscientemente había transformado su realidad en una irreal y subjetiva situación monocromática, sin opciones alternas, subyugado a su propia cólera y exasperación vital.
Y allí quedó abandonado sobre un lecho de colorida tierra, agitado por corrientes de rojizo aire que azotaban su desánimo y desolación, dejándose llevar por un tiempo perdido, inerte y encolerizado... tan solo porque él, años atrás, así lo decidió y nada hizo por cambiarlo.
Miraba fijamente, sin un solo parpadeo en horas, el pasar volátil y voluptuoso de las coloradas nubes por un cielo de profundo color rubí... podía verse reflejado en aquel espejo de sangre que fluía impasible ante su tragedia de argumento incomprensible, un melodrama teñido con patrones pigmentados bajo unos cánones sin criterio, bajo la más absoluta desdicha que un hombre podía recibir... la incertidumbre de un súbito cambio de iluminación en su vida controlada.
Las nubes, con ágil premura, circulaban sin rumbo por aquel cielo impertérrito en el que, teniendo un breve momento de dolorosa consciencia y realidad, pudo descubrir en él su reflejo... abandonado en el suelo de polvo y grava.
Fue instantáneamente en ese momento cuando se encontró reflectado en su propia mirada, una mirada de color vino tinto, de un rojo tan profundo que podía confundirse fácilmente con el negro lóbrego y eclipsado del averno.
Las imágenes avanzaban sanguíneas y dolorosas dentro de su pupila, clavándose en su corazón latente y extendiéndose por su cuerpo una avergonzada sensación de difícil digestión.
Y fue entonces cuando, como en una sesión forzada donde uno observa una película indeseada sin pago previo de taquilla, descubrió el origen de su rubicundo mal... la rabia, su propia rabia, esa que durante años había estado alimentando desde lo más profundo de su alma, esa cólera que todo lo embriagaba con los efluvios pintados de brillante tonalidad enrojecida.
La irritación y el enfurecimiento sanguíneo por la vida había llegado a controlar todos los espacios de su cuerpo, dominando así su originaria libertad como hombre policromático y logando que percibiera cada aspecto de su existencia bajo un yugo de irremediable irisación... inconscientemente había transformado su realidad en una irreal y subjetiva situación monocromática, sin opciones alternas, subyugado a su propia cólera y exasperación vital.
Y allí quedó abandonado sobre un lecho de colorida tierra, agitado por corrientes de rojizo aire que azotaban su desánimo y desolación, dejándose llevar por un tiempo perdido, inerte y encolerizado... tan solo porque él, años atrás, así lo decidió y nada hizo por cambiarlo.
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¡¡ANÍMATE Y ELIGE EL FINAL QUE MÁS TE GUSTA PARA LA PROPUESTA DEL "DÍA 266: PUNTOS SUSPENSIVOS..."!!
¡SOLO TIENES QUE DAR TU VOTO EN LA ENCUESTA DEL MENÚ DE LA DERECHA EN ESTE BLOG!
El plazo de votaciones finaliza en 31 de Mayo... ¡SUERTE!
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2 comentarios:
...Y, claro, ahora aunque quisiera ya no puede porque no sabe.
Colérica narración la de hoy. Es terrible encontrarse por el camino de la vida personas de estas características y más difícil es afrontarlas. Te crean desánimo y profunda pena ya que no son conscientes del daño que se hacen así mismas.
Bien es cierto, y que tire la primera piedra, el que no haya sufrido alguna ráfaga de esta ira, rabia o cólera en su vida. Pero también es cierto que, llegada la calma, nos arrepentimos por percatarnos de que tanta energía negativa puesta no construye nada positivo, ni nos aporta beneficio alguno, más bien sólo sentimiento de culpa personal y abatimiento profundo.
Un Abrazo y que continuen las votaciones con entusiasmo.
Feliz dia.
Muchas gracias M.G. po tu comentario y reflexión, esta es una de als cosas que más me gusta de 12:45pm, conocer vuestros pensamientos y reacciones.
¡¡MUCHO ANIMO A TODOS CON LAS VOTACIONES!!
Un abrazo enorme y feliz Viernes.
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