M.G. es alguien ya conocido por casi todos en esta nuestra casa, residente desde los primeros días comenta siempre que tiene ocasión y comparte sus puntos de vista siguiendo la pauta de 12:45pm. Cuando lancé el reto del cuento, como no podía ser de otra manera, se animó a participar haciéndonos llegar su propuesta de inspiración para finalizar la historia expuesta en el "DÍA 266: Puntos suspensivos...". Un final que nos aporta, una vez más una nueva visión y nos hace confirmar que la vida tiene tantos puntos de vista como individuos que habitan el mundo. Con ella cerramos este juego, pone el broche de oro a una propuesta con la que, personalmente, lo he pasado en grande. ¡Mañana comienzan las votaciones para elegir nuestro final favorito!... recordad que los dos más votados tendrán un regalo sorpresa en casa. Espero que os guste este punto final. Bienvenidos a una nueva
aventura, abramos el libro y soñemos... el cuento comenzaba así...
PUNTOS SUSPENSIVOS
Le
gustaba pasar las tardes de verano en la pequeña plaza junto a la
iglesia. El silencio a la hora de la siesta era envolvente y podía
llegar a sentir en la boca del estómago la palpitante emoción de la
aventura.
Siempre procuraba llegar a la plaza puntual, sobre las cuatro de la tarde hacía acto de presencia frente a la fachada de construcción románica del pequeño templo con planta de crucero.
Aquel día el Sol caía sobre la piedra abrumador e incandescente.
Miraba fijamente, como cada día, la cuerda que junto a la gran puerta de madera que daba entrada al templo se balanceaba pausada al ritmo de pequeñas corrientes de aire veraniegas. Aquella tarde, como tantas otras, se preguntaba qué sucedería si tiraba con fuerza de aquel grueso cordel.
En las primeras semanas de vacaciones no
había logrado reunir la suficiente valentía como para llevar a cabo su
deseo, pues temía de manera desmesurada que su acto de curiosidad
tuviera como resultado un estruendoso repique de campanas que alertara a
todo el pueblo dormido en las tardes de verano calurosas.
Sin embargo aquel día era diferente, pues se sentía extrañamente rebosante de energía y seguridad, quizás la causa se hallara en el hecho de que aquella mañana había recibido una postal de su hermana que residía desde varios años en la Pampa Argentina domando caballos salvajes.
Probablemente la alegría de aquella
inesperada misiva, junto a la admiración que sentía por la real aventura
que su hermana se había atrevido a llevar a cabo en su vida, hicieron
que se exprimiera en su interior la más oculta osadía.
Fuera lo que fuese, sabía que aquel día iba a ser diferente.
Se acercó retante a la cuerda que, indiferente, continuaba su balanceo al son del viento, se secó el sudor de la frente, limpió sus manos en el pantalón de lino color avellana, agarró la cuerda y...
... una fuerza extraña le arrastró hacia el interior con gran violencia y con tanta fuerza como con la que él asía el cordel.
Tuvo tan mala suerte que tropezó con el altillo del portón y... ¡Catapúm! ¡Púm! ¡Paf! ¡Zás! dio de bruces sobre la piedra granítica del suelo con su despejada frente y respingona nariz. Pequeños puntitos luminosos, estrellas de todos los colores y formas, miles de píos-píos y un sabor muy extraño que se apoderó del interior de sus fosas nasales y le bajó por la garganta, le hizo pensar que se había matado porque seguro que ese sabor, desconocido para él, tenía que ser el sabor del cerebro hecho papilla.
No se atrevió a moverse. No se decidía sobre qué hacer. No sabía si intentar levantarse o continuar así, tendido de bruces, como quedó, como muerto, ya que era lo más probable, pensó, estaba muerto, eso seguro.
En estos pensamientos se encontraba cuando percató, tras de sí, una voz femenina pero mayor. ¡Entonces no estaba muerto! ¡Los Ángeles, creyó, seguro que tienen voces más suaves y más jóvenes! NO, no estaba muerto, aturdido sí, pero muerto NO.
Regresaron de pronto todas sus fuerzas con gran ímpetu. ¿Me habrá visto esta señora?. ¿Habrá presenciado mi gran trompazo? ¿Qué habrá pensado de mí? Que soy un patoso mocoso, seguro que ha pensado eso.
- Déjeme, señora, déjeme que puedo solo. Nada, que no me ha pasado nada, tranquila señora.
Pero la pobre mujer no dejaba de vociferar:
- ¡Para haberte matado! ¡Dios mío! ¡Qué susto me has dado! ¡Ay, Señor! ¿Pero qué hacías tú por aquí, a estas horas? ¿Cómo se te ocurre, muchacho, darme este susto?... que una ya no está para muchas bromas, ¿eh?. Anda, ven, haber qué te has hecho, ven acá, ven. ¡Ay, Señor! ¡Casi me da un infarto!...
Con todas sus desconocidas sensaciones internas que estaba sintiendo y con toda la palabrería que estaba escuchando, no sabía cómo reaccionar ni qué decir que fuera mínimamente razonable. Eso sí, le dio la impresión que la buena señora le estaba echando la culpa a él de lo sucedido y, además de que no llegaba a comprender qué había pasado, sí intuyó que le acusaba, precisamente a él, de una casi probable muerte de la mujer.
- ¡Pero si yo no he hecho nada, señora! si yo solo quería entrar a...a...a rezar. No sé qué ha pasado, de verdad, no sé quién desde dentro ha abierto con gran fuerza la puerta justo en el momento en que lo iba a hacer yo. Y deje, señora, deje, que no me he hecho nada… - aunque no estaba nada seguro de ello, ya que comenzaba a notar un hilillo húmedo que le descendía de la nariz y varios puntitos sangrantes en la frente y en la ceja derecha.
Cuando ya se pudo poner de pie y componer un poco su figura, mientras seguía oyendo la retahíla de frases y aspavientos que la señora continuaba sacando por su boca como si del rezo de una letanía se tratase, introdujo sus dos manos en los bolsillos del pantalón, elevó sus hombros con gesto de parecer un hombre hecho y derecho y encaminó con calma controlada sus pasos hacia su casa.
¿Qué diría su madre cuando le viera? ¿Qué le diría él sobre lo acontecido? ¿Cómo se encontraría su bonita cara cuando se mirara al espejo?
Echó la vista atrás y la señora ya no estaba, así que deshizo su compostura, sacó las manos de los bolsillos y echó a correr como alma que lleva el diablo hacia su casa.
- Volveré, sí, lo haré, y esta vez no andaré con tanto remilgo a la hora de tirar de la cuerda esa, me da igual que suenen las campanas y despierten a todo el pueblo, o que toque una aldaba interna que despierte a todos los Santos, o que se abra la puerta y… ¡Ah! ¡Eso! Seguro que ese cordel sirve para abrir la puerta… Mañana lo comprobaré, y esta vez seguro que lo descubro. Seguro como que me llamo… ¡Hola Mamá!... Ya he venido…
Como una
estrella fugaz atravesó el habitáculo en
dirección a la sala de aseo. Entró. Se observó en el gran espejo que dominaba
la estancia. Se lavó las pequeñas emanaciones coloradas, ya casi secas, que
estampaban su joven cara. Hizo una mueca de complacencia y salió, convencido y
muy decidido del siguiente paso que iba a dar. Se encerraría en su habitación y
le escribiría con todo lujo de detalles a su hermana la aventura acaecida esta
tarde, que como él había intuido, había sido una tarde diferente. Se dio cuenta
que la admiración que él sentía por su hermana también podría sentirla por él
mismo, solo era cuestión de no tan solo soñar sino ponerse manos a la obra y actuar.
Ahí estaban esperándole las aventuras. Si cada vez que sintiera la necesidad de
experimentar, averiguar o soñar se ponía en acción, su vida iba a cambiar y
tendría muchas cosas que contarle a su hermana y al mundo.
Se sintió por primera vez importante. Lo que no sabía era lo muy importante que para todos, tanto conocidos como no, iba a ser a la mañana siguiente cuando se despertara con un antifaz natural, morado casi negro, que atrapaba toda su frente, ojos, nariz, pómulos y casi hasta la barbilla.
Se sintió por primera vez importante. Lo que no sabía era lo muy importante que para todos, tanto conocidos como no, iba a ser a la mañana siguiente cuando se despertara con un antifaz natural, morado casi negro, que atrapaba toda su frente, ojos, nariz, pómulos y casi hasta la barbilla.
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4 comentarios:
Me ha gustado mucho este imaginativo final, el castañazo me ha dolido hasta a mi!
Este final también es muy bonito.
Esoero la oportunidad de dar mi voto aunque lo veo un poco complicado porque por lo que he leido los hay muy buenos. Au nque ya tengo mis dos preferidos.
Un saludo y nos comunicamos.
¡¡HOLA IXONE!! PUes sí, la verdad es que a mi también me dolío cuando lo leí ;).
Como ves otro final diferente que se une a lista... ¡me encanta haber recibidos tantos puntos de diferentes :D!
Un besazo INFINITO.
¡¡Hola Anónimo!! Efectivamente la cosa está complicada, todos los finales me encantan porque todos tienen su belleza, un trocito de la imaginación de cada uno de los visitantes de 12:45pm que ha querido formar parte de esta pequeña-gran aventura.
Un abazo enorme y muchas gracias por animarte a comentar :D.
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