DÍA 152: {DIARIO NAVIDEÑO 3] Cuando vuela bajo, tiempo frío anuncia el grajo

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 Tirita atenazado mi rostro, mi tez, mi boca y mis dientes.
Traspasa el viento mi ropaje con aires rudos, insanos y cortantes.
Frena su viaje urgente chocando contra mi cara y mi frente,
le sirvo de estorbo en su carrera incesante, rápida vuela la ventisca errante.

Tras una esquina abandonada me espera... el aire... acechante,
y yo que giro el ángulo tranquila e ignorante
me sorprendo, de pronto, con su frontal choque implacable.
Viento frío y desdeñoso, aire de ínfulas tajantes.

Mis labios partidos, secos, ajados y correosos
han sido ellos los primeros damnificados airosos.
Y al ver la boticaria en su farmacia tal morro desastroso,
me receta una pomada, un ungüento reparador y milagroso.

Un año he vivido en aquel paraje soleado y caluroso,
siempre con ligero ropaje, siempre libre de lanas y vestuarios fogosos,
pero ahora, en mi regreso navideño al hogar ubicado en el Norte de clima injurioso,
me veo sorprendida por temperaturas en descenso, por un ambiente lacrimoso.

Brisa gélida que de la montaña baja
me recuerdas con tu frialdad estampada en mi clara desventaja,
lo débil que es el hombre, pues se acostumbra con facilidad a las ligeras mortajas,
recordando, impasible, que existen lugares cuyo clima azota y resquebraja.

Sin embargo, a pesar de la inclemencia subjetiva y de mi queja plañidera,
los locales me recuerdan, sin reparo, sinceros y con absoluta sapiencia,
que he tenido suerte, pues desde el Martes pasado, día de mi llegada caribeña,
el tiempo sustancialmente ha mejorado, y estos parecen días... casi... de norteña Primavera.

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