http://marrufat.blogspot.com/2011/10/de-expectativas-y-promesas.html |
Soy un hombre sencillo, con una vida ordinaria y un carácter impulsivo.
Tiendo a hablar más que a callar... y eso a veces me trae problemas de difícil solución, como los de aquel día, el día en el que mi vida cambió súbitamente.
Todo comenzó la mañana en la que, como era habitual en mí, abrí las cortinas y me asomé por la ventana para dar la bienvenida a la jornada.
Fue entonces cuando deseé con toda mi energía que el suelo me engullera rápido bajo mis pies, que la tierra me tragara, que me volatilizara instantáneamente o que, como un mísero acto de condescendencia, se me diera una nueva oportunidad para enmendar mis actos fallidos y mis palabras regaladas irreflexivamente... pudiendo echar hacia atrás el tiempo en el que me había movido obsequiando falsas esperanzas.
No lograba parpadear ante tan dantesco
espectáculo, pues todo lo que tras esa ventana se mostraba auguraban malos tiempos para mi.
Volaban cerdos, saltaban ranas con pelo, llovían sapos y
las vacas mantenían interesantísimas conversaciones...
... sabía que en cualquier momento recibiría la primera llamada
reclamándome las primeras de las muchas promesas imposibles regaladas en
mi vida.
Las visitas personales vendrían después.
Sí, sin duda
alguna... deseaba que la tierra me tragara por siempre, evitándome el pago por dádivas de esperanzas vanas... evitando tropezar dos veces en la misma piedra, pues soy hombre que no aprende y estaba seguro de que si salía intacto de aquella funesta situación, comenzaría de nuevo a regalar ilusiones prestidigitadas.
"Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores"
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4 comentarios:
Una persona vale tanto como el valor de su palabra.
No es del todo cierto el "Tanto tienes, Tanto vales".
Más cierto es "Qué valor tiene tu palabra y te diré cuánto vales tú".
Feliz Dia.
Bonita reflexión M.G. Gracias por tu fiel lectura.
Un beso y feliz noche.
Me encanta la reflexión de cierre.
Al hilo de lo que comenta M.G. y profundizando algo más en el sentimiento ajeno ...
En alguna parte he leído que es importantísimo para nuestros mayores que cumplamos con nuestra palabra, ya que dado el mucho tiempo libre del que disponen, y la soledad que a veces sienten, centran todas sus expectativas en nuestras promesas (visita, llamada, encargo, ...)
Con los niños pasa algo parecido. Recuerdo una vez, con unos 10 años, en la que me empeñé en fumar. Fumaban mi padre, mis tíos, mi abuelo, ... Imagínate la reacción de todos cuando me oyeron! Nadie me daba una explicación que me convenciera para no querer, así es que yo insistía e insistía. Aquella noche dormía en casa de mi tía, a quién idolatraba,y ella me tranquilizó diciéndome que me dejaría fumarme un cigarro más tarde, cuando llegásemos a su casa. Ni que decir tiene que nunca tuvo intención, y yo me pasé el resto de la tarde esperando aquel cigarro, y totalmente incrédula ante el hecho de que hubiese olvidado nuestro pacto ... Lo cierto es que yo estaba tan, tan, tan convencida de que tarde o temprano se acordaría que tampoco insistí más.
Por lo que respecta a los adultos, creo que, desafortunadamente, nos hemos acostumbrado a las falsas promesas y ya nos resbalan con demasiada facilidad, al menos en determinados ámbitos ...
Gracias por compartir esta vivencia Menchu (la verdad es que me alegro de que no cumplieran la promesa en ese caso, pero desde luego la manera de tratar la situación debería haber sido otra, eso sí ;D).
Un reflexión muy acertada.
Un besazo y feliz noche.
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