viernes, 16 de mayo de 2014

DÍA 660: 80.000 (12:45PM)

Se levantó con desdén 80.000 aquella mañana y, por pura rutina desmotivadora, se miró al espejo de soslayo mientras se dirigía hacia la ventana. El reflejo proyectado dos pasos atrás no le agradó en absoluto y algo en su conciencia le obligó a retroceder para auscultarse fustigadamente hasta el último detalle en su refracción.

No le gustó lo que vio proyectado en aquella plancha de metal bruñido que quedaba suspendido sobre la pared más despejada de la habitación. Se sintió orondo, relleno, rollizo y corpulento. De pronto una ola de tristeza se llevó por delante todas las buenas emociones con las que pudiera haber amanecido aquel soleado viernes de mediados de mayo.

"Me sobran demasiado ceros..." dijo con un hilo de voz descolgándose por la afligida comisura de los labios mientras se palpaba con intensidad los costados rebosantes.

Una profunda melancolía le inundó los cuatro ceros y apoyó su ocho sobre el cristal mientras cerraba los ojos y deseaba con una vehemencia inusitada ser delgado y con cuerpo de uno... por supuesto su deseo se encontraba lejos de ser cumplido... sin embargo, inesperadamente, la superficie del espejo fue cediendo como goma flexible hasta tal punto que 80.000 cayó de bruces con todo su rechoncho cuerpo al otro lado del espejo.

Su ocho era todo un poema, un desconcierto en su máximo esplendor. Con incertidumbre y dolorido se giró y vio, estática e inmutable, su habitación al otro lado. No entendía nada...

Saludos!- escuchó de pronto a su costado. Bajó su cabeza hecha un ocho y vio, ahí, sonriente y pizpireto, a 660 -¡saludos amigo!- dijo de nuevo aquel número radiante -te llevo esperando 659 días, la espera se ha hecho larga viéndote cada mañana sufrir tu aburrida rutina diaria, pero sin duda ha merecido la pena extender mi paciencia- y cerró su sentencia con una sonrisa llena de ilusión.

Y así, con la misma contundencia con la que segundos antes 80.000 se había sumido en la más profunda desesperación tras ver su real reflejo en el espejo, así, fue como de una manera mágica y hermosa comprendió que desde ese momento siempre sería fuerte, pues había encontrado, al otro lado del espejo, el motivo por el que cada mañana merecería la pena levantarse de la cama... el resto, quedaría solo en un lejano recuerdo reflejo de una vida monótona y sin sustancia, ahora viviría por siempre al otro lado, rodeado de sueños, alegrías y nuevas inspiraciones que, siempre acompañado, le llevarían a descubrir nuevos mundos y emociones... y por supuesto nuevas amistades también entradas en carnes, como 90.000, 100.000, 800 u 888.

Fue en ese momento cuando una sonrisa engrandecida ocupó todo su ocho y respondió -saludos amigo, creo que yo también te esperaba desde hace mucho tiempo... aunque no lo sabía- y comenzaron juntos a caminar compartiendo e intercambiando vivencias que fueron, poco a poco, enriqueciéndoles a ambos al otro lado del reflejo.

(Gracias amigos por estar ahí acompañándome en esta aventura, gracias por hacer posible los 80.000,  gracias por vuestra presencia intangible pero que me llena de alegría cada madrugada, gracias especiales a quienes han participado tan exitosamente en este último reto, a todos gracias, infinitamente gracias).

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