DÍA 756: Tan solo hoy

Hoy necesitaba sentir el desahogo. Perderme entre las líneas del consuelo y la liberación. Dejarme llevar tan solo por aquello que alborota mis entrañas, por aquello que revoluciona mi equilibrio y mágica positividad, desde hace tiempo. Demasiado.

No están siendo momentos fáciles. Para nadie.

Amanecí antes de tiempo, pero con el mismo tiempo de hace meses corriendo por mis venas. Con ese nudo en el alma que cada día se hace más fuerte, con ese nudo contra el que lucho en cada respiración, con ese nudo que me sostiene igual que me daña, con ese mismo nudo sarcástico y lacerante que, día y noche, me mantiene balanceándome sobre el abismo, lastimando mi piel pero evitando mi caída. Nudo que desnuda mi angustia más profunda. Nudo que me hace sentir viva.

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Hoy tan solo necesitaba una descarga. Aligerar el peso de mi espíritu. Decirme a mi misma que todo irá bien. Creer plenamente en la esperanza y la persistencia. Creer.

Hoy, en realidad, tan solo quería volver a sentir la calma, la seguridad, la alegría más inmensa por las maravillas de esta vida. Sentir una caricia reconfortante. Confirmar que todo valió la pena. Reencontrarme conmigo misma, descubrir que sigo estando ahí, más allá de la nebulosa ensordecedora y ciega.

Pero existe un problema. 

 

Conmigo no va el confort, el acomodo inerte, la pasividad impasible, la irresponsabilidad insensata, la injusticia funesta y abominable, la falta de compromiso homicida y negligente. Para eso ya hay demasiados pies pisando este mundo. Para eso ya están muchos de los que me rodean. Cada día, cada una de sus vidas perdidas.

Hoy solo necesitaba sentir el desahogo, para coger de nuevo aire y sumergirme una vez más en la corriente oscura y turbadora, confiando que, algún día cercano, las aguas tomen el cauce correcto y fluyan con tanta belleza y energía como merece este mundo, esta vida, tu vida... la mía... las vidas perdidas.

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