Así es queridos lectores, hacía tiempo que la conexión a internet no fallaba por estas tierras, estábamos eufóricos y llenos de paz interna y confianza... pero tal y como también sucede en esa vida real que avanza a nuestro alrededor más allá de nuestras pantallas, cuando uno menos lo espera, cuando ha olvidado los problemas y sigue adelante ignorante, dichoso, confiado, cuando más seguro e ingenuo vive... ¡llega la ingrata sorpresa!.
Y eso es lo que sucedió anoche, la conexión a internet se fue, escapó, se fugó, evaporó o desapareció. Podemos llamarlo como más nos disguste, el caso es que me fui a dormir poniendo mis rezos materialistas en que antes de que saliera el sol, mi querida conectividad hubiera regresado. Pero mis anhelos cayeron en cable roto y aquí estoy ahora, tumbada en el negro sofá del salón, acompañada por un gato insomne que me mira extrañado desde el otro pequeño sofá... ahora se tumba y se hace una bola, creo que se aburrió de ver a la gigante tocando compulsivamente un inservible juguete negro con pantalla luminosa.
Ciertamente me aburro hasta yo misma.
Escribo estas breves palabras desde la indignación, la frustración y el móvil (celular para Tierra de Acogida), pues nuevamente estamos desconectados del mundo virtual.
Me temo que en esta ocasión, por obligación, tendremos que conectarnos al mundo real... nos leemos mañana y nos contamos las experiencias, estoy convencida de que serán bastante mas enriquecedoras que las que esperábamos hoy por esta pantalla.
¡Feliz jueves desconectado amigos/as!
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