Le gustaba estirarse cada mañana con energía desorbitada.
Lo hacía invariablemente día tras día,
lo hacía en el preciso instante en que sus pies tocaban el suelo y abandonaba las sábanas de fantasía con su mundo de ensoñación recreada.
Siempre cerraba los ojos al llevar a cabo este gesto matinal y solía quedarse tan agotada que después necesitaba sentarse brevemente en el borde del colchón para tomar aire y reponerse de tanta intensidad concentrada.
Le gustaba desperezarse cada mañana con pasión exagerada.
No para despertar a sus músculos dormidos,
sino para rozar con la punta de sus dedos,
en cada nuevo comienzo,
en el albor de cada jornada,
los sueños y aspiraciones que sobrevolaban incesantemente su cabeza inquieta e imaginativa.
Y así era como ella,
a través de un pequeño roce a sus más profundas fantasías con la yema de su dedo corazón,
lograba recordar cada mañana el motivo por el que se le había regalado un nuevo amanecer.
a través de un pequeño roce a sus más profundas fantasías con la yema de su dedo corazón,
lograba recordar cada mañana el motivo por el que se le había regalado un nuevo amanecer.
http://everythingtoher1.blogspot.com/2013/06/estirarse-es-bueno-para-la-salud.html |
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