El día amaneció oscuro, envuelto en una tormenta de esas que solo el Caribe sabe generar con su impredecible atmósfera cargada de fuerzas e intensidades.
Generalmente a las 6:00am los días en Tierra de Acogida ya son luminosos y están impregnados de esa luz y ese cielo azul lleno de fuerzas extrañamente motivadoras... es el singular poder de la vida y el fulgor que la naturaleza es capaz de regalar.
Sin embargo hoy, en pleno verano por estas latitudes e, irónicamente, en plena temporada de tormentas y huracanes, amaneció gris, triste, lloroso y desmotivador.
Siempre pienso que estos días son necesarios para valorar aún con más entusiasmo ese tesoro que el Caribe encierra en sus cielos fulgurantes y en su sol deslumbrante los días despejados y nítidos. Además me hacen sentir reconfortada, pues en Tierra de Origen los días grises eran habituales y ese ambiente climático de recuerdos y añoranzas me acompañará toda la vida.
Ahora que lo pienso, estas sensaciones donde se alternan días de lluvia con días de sol deslumbrantes, las añoranzas del pasado, el sentirse reconfortada, la necesidad de la ambivalencia climática para valorar cada estado en su justa medida y la emotividad que estas situaciones generan... tiene mucha similitud con los estados del alma...
... pues los momentos atormentados, ya sean ambientales o del sentimiento, siempre son pasajeros, transitorios, necesarios y, en cierto modo, reparadores... lo mejor de todo es que mañana o tal vez pasado, sin lugar a dudas saldrá el sol de nuevo para hacernos sentir llenos de fuerza y extrañamente motivados, son cosas de la extraordinaria naturaleza... especialmente de la humana.
Sin embargo hoy, en pleno verano por estas latitudes e, irónicamente, en plena temporada de tormentas y huracanes, amaneció gris, triste, lloroso y desmotivador.
Siempre pienso que estos días son necesarios para valorar aún con más entusiasmo ese tesoro que el Caribe encierra en sus cielos fulgurantes y en su sol deslumbrante los días despejados y nítidos. Además me hacen sentir reconfortada, pues en Tierra de Origen los días grises eran habituales y ese ambiente climático de recuerdos y añoranzas me acompañará toda la vida.
Ahora que lo pienso, estas sensaciones donde se alternan días de lluvia con días de sol deslumbrantes, las añoranzas del pasado, el sentirse reconfortada, la necesidad de la ambivalencia climática para valorar cada estado en su justa medida y la emotividad que estas situaciones generan... tiene mucha similitud con los estados del alma...
... pues los momentos atormentados, ya sean ambientales o del sentimiento, siempre son pasajeros, transitorios, necesarios y, en cierto modo, reparadores... lo mejor de todo es que mañana o tal vez pasado, sin lugar a dudas saldrá el sol de nuevo para hacernos sentir llenos de fuerza y extrañamente motivados, son cosas de la extraordinaria naturaleza... especialmente de la humana.
http://anugabu.blogspot.com/2008/11/brochet-en-tus-manos-mi-corazn.html |
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