El tiempo arrastra mis pies, pesadamente
hacia atrás.
Camino cansada, mirando la línea de meta
sin pestañear,
por si desaparece de mi vista, traviesa,
inesperada, con mala intención.
Pero en lugar de avanzar, de volar hojas
al calendario,
siento que tan solo retrocedo, no llego,
me canso.
Una carrera de fondo, al fondo
de mis fuerzas.
Y corro, sin energía, sin valiente decisión,
autómata y sometida...
... el tiempo es mi prisión,
una cárcel sin salida,
sin aparente fuga o evasión,
aunque no cejo en mi huida furtiva.
Insistente, exhausta,
desganada y en extenuación.
Mas el Domingo, sin dudas ni titubeos,
llegaré a mi meta, a mi merecido recreo.
Y ahí cambiarán las cosas, permutará el ritmo del tiempo,
que me mecerá entre sus sombras... entre su paz y su sosiego.
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