El Buen Humor se asomó tímidamente por la pequeña abertura que había quedado entre la puerta y la pared.
Hacía horas que había huido atemorizado tras la inesperada llegada de una tormenta de Mal Humor desoladora... desde entonces no se había atrevido a entrar de nuevo a la estancia... por si le salpicaba un poco de ese mal genio que se gastaba su compañero en repentinos momentos.
La llegada de Mal Humor siempre era síntoma de huída.
Un huracán, un maremoto, una destrucción absoluta, incomprensible e innecesaria.
Mal Humor dejaba siempre desolado el campo de batalla y en muchas ocasiones había que comenzar a reconstruir prácticamente todo desde cero.
Por eso Buen Humor solía desparecer durante largas horas y cuando su reloj de muñeca sonaba alegre con una melódica y ritmosa alarma, que había elegido entre las escasas opciones, regresaba de nuevo para ver cómo andaban las cosas y entrar nuevamente a la habitación... eso en el mejor de los casos.
Aquel día tuvo suerte.
La tormenta había pasado ya.
Teníais que haber visto el truco ilusionista que Mal Humor presentó al público en el instante en que Buen Humor cruzó de nuevo la puerta a su regreso...
... cuando lo vio entrar regaló a los asistentes, para su alterada tranquilidad, una sonrisa forzada y artificial y de pronto... con ilusionista costumbre, se desvaneció sin dejar rastro... como si allí nunca hubiera estado antes, dejando paso a un Buen Humor radiante que con coreográfico zapateo hizo una vez más acto de presencia entre los vítores y los aplausos de un público exaltado tras el arranque colérico de Mal Humor.
Todo recobró la calma... como si nada hubiera pasado allí... como si las entradas y las salidas de los estados de ánimo en nada afectaran a los presentes... como si ambas disposiciones formaran parte del mismo teatro de emociones encontradas, acopladas, chocantes y unificadas dentro del mismo individuo temperamental.
Hacía horas que había huido atemorizado tras la inesperada llegada de una tormenta de Mal Humor desoladora... desde entonces no se había atrevido a entrar de nuevo a la estancia... por si le salpicaba un poco de ese mal genio que se gastaba su compañero en repentinos momentos.
La llegada de Mal Humor siempre era síntoma de huída.
Un huracán, un maremoto, una destrucción absoluta, incomprensible e innecesaria.
Mal Humor dejaba siempre desolado el campo de batalla y en muchas ocasiones había que comenzar a reconstruir prácticamente todo desde cero.
Por eso Buen Humor solía desparecer durante largas horas y cuando su reloj de muñeca sonaba alegre con una melódica y ritmosa alarma, que había elegido entre las escasas opciones, regresaba de nuevo para ver cómo andaban las cosas y entrar nuevamente a la habitación... eso en el mejor de los casos.
Aquel día tuvo suerte.
La tormenta había pasado ya.
Teníais que haber visto el truco ilusionista que Mal Humor presentó al público en el instante en que Buen Humor cruzó de nuevo la puerta a su regreso...
... cuando lo vio entrar regaló a los asistentes, para su alterada tranquilidad, una sonrisa forzada y artificial y de pronto... con ilusionista costumbre, se desvaneció sin dejar rastro... como si allí nunca hubiera estado antes, dejando paso a un Buen Humor radiante que con coreográfico zapateo hizo una vez más acto de presencia entre los vítores y los aplausos de un público exaltado tras el arranque colérico de Mal Humor.
Todo recobró la calma... como si nada hubiera pasado allí... como si las entradas y las salidas de los estados de ánimo en nada afectaran a los presentes... como si ambas disposiciones formaran parte del mismo teatro de emociones encontradas, acopladas, chocantes y unificadas dentro del mismo individuo temperamental.
http://www.informandoyformando.org/vivir-de-buen-humor/ |
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¡MUSICA PARA PONERNOS DE BUEN HUMOR!
7 comentarios:
Me ha encantado cómo has llevado hoy un tema tan cargado de grandes sensaciones y fuertes sentimientos y a veces tan encontrados. Cuando se desencadenan pueden ser tan fuertes o más que un huracán. Aunque tal y como lo has expuesto, ambos derivan su densidad hacia una casi calma, sin demasiados picos punzantes.
Esas sensaciones creo que todos las hemos padecido alguna vez. El Mal Humor puede llegar a hacernos odiosamente despreciables. El Buen Humor puede hacernos realmente adorables.
Has sabido con gran sapiencia cruzar a los dos.
Enhorabuena por ser tan buena pensante y analítica. Y gracias por nutrirnos con estas bellas reflexiones.
Animo y fuerza para el resto de la semana.
Ha salido como anónimo por dar a la tecla antes de tiempo, pero esta reflexión ha sido mia.
Un abrazo
Bonito blog el de hoy.
Precioso vídeo y maravillosa música. Tienes razón, el mal humor se va y si no se va no puedes seguir escuchando y viendo este vídeo tan bonito. O lo uno o lo otro. Jajaja
Un besazo
Me ha gustado mucho. Nuestros estados de ánimo dándose paso en el escenario del día a día.
Muy bueno.
Gracias M.G. por tus palabras... siempre animando a que continue :D.
Muchas gracias por compartir tu reflexión. Este tema da para mucho y es cietamente complejo... por eso es mejor plasmarlo de manera lo más sencillo posible, al menos en esta ocasión.
Un abrazo y BUEN MARTES, que parece viene cargado... así que cuanto antes comience, antes acaba...
Hola Ama... bonita apreciación jajajaja. Ciertamente la música alegre puede llegar a ser muy muy molesta en los momentos de Mal Humos (y viceversa, claro, humos de música triste en los de Buen Humor).
QUe tengas un día un una seana magnifica. Un beso muy fuerte.
¡¡Saludos Mr. M.!! Gracias por tu vista y por dejar ese comentario que tanto me anima a seguir, como ya sabes conoce el punto de vista de quien se asoma por tu blog ayuda a mantener el ánimo en pie para seguir.
Me alegra que te haya gustado, un abrazo fuerte, espero que tengas un muy buen día.
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