domingo, 10 de marzo de 2013

DÍA 229: Aparente insignificancia

Siempre se había sentido pequeño e insignificante... así se lo habían hecho creer los demás y así terminó siendo por su propio convencimiento. Nunca luchó con vehemencia contra ese sello impuesto por los demás, rótulo esclavo asignado por aquellos que ambicionaban el poder verdadero que él guardaba en su interior... encarcelado... oculto e ignorado.

Siempre solitario, relegado el final de la lista de opciones, manipulado al antojo de mentes dominantes y corazones de hierro forjado.

Era simple, sencillo, sin voz ni voto... o al menos eso es lo que había terminado por aceptar. Asumió pensamientos menospreciantes que no le correspondían pero que a fuerza de escucharlos una y otra vez, a fuerza de serle atribuidos sin lugar a réplica por su parte, había aceptado e interiorizado sin dilema ni inconveniente.

Así eran las cosas y así pensaba que debían continuar.

Nunca contemplaba la opción de cambio, respiraba cada día lleno de temor ante una posible alternativa de permutación en las prioridades y poderes asignados sin criterio ni justicia, pues así habían sido siempre las cosas... y así creía que debían continuar sin contradicción.

Suponía que su aspecto no ayudaba a mejorar la aceptación del resto, pues se mostraba lleno de redondeces, con una coloración tiznada y ennegrecida, de tamaño minúsculo y casi imperceptible... atributos de mínima calidad para un mundo en el que el mensaje viciado basado en la apariencia simplista es el que abre puertas y oportunidades inexistentes... un mundo donde el poder de la palabra cautivadora y descontrolada no deja espacio para el silencio y las pausas reflexivas.

Finalmente una noche oscura decidió esconderse entre la negrura, mimetizarse entre las sombras de las tinieblas y perderse por fin de ese mundo esclavizante que le había asignado una etiqueta restringida a los finales... a las expiraciones, remates y colofones.

Y se desvaneció entre penumbras y olvidos anhelados...

... y a la mañana siguiente el mundo fue caos y confusión. Y todo se venía abajo, enmarañado y anárquico... incoherente, enturbiado.

Fue en ese preciso momento cuando se percató, sorprendido, de que era él quien marcaba los tiempos, el orden, los finales, las continuaciones, las respiraciones, los descansos, las pausas y los ritmos.

Era él, en realidad quien establecía esplendoroso los movimientos preestablecidos, aquellos que aportan compás, métrica y armonía a la rotación de la Tierra.

Y salió, lleno de orgullo y complacencia, de su oscuridad desplazante... retomando sus funciones en los mundos de la lengua, de la literatura, de la geometría, de las relaciones personales, del bordado, de la anatomía, de la orientación, de la comunicación y, en definitiva, en los mundos en los que, por temor ajeno a su verdadero poder, había sido arrinconado a los finales devaluados y desdeñables.

Jamás quedó de nuevo apartado, pues ahora sabía que su aparente insignificancia guardaba, en lo más profundo de su ser, el más grande poder que nadie podía imaginar... solo hizo falta que él mismo lo descubriera, que fuera consciente de su belleza magnánima para que todo retornara a su esplendorosa esencia...

...más allá de resentimientos ajenos, más allá de poderes autodesignados por entes faltos de verdadera confianza, por criaturas que, carentes de auténtica seguridad, se escudan en subestimar a los que más cualidades y prerrogativas disponen por miedo a ser anulados... sin saber que, en realidad, ya viven anulados por su propia condición de rencor autodestructivo.

__________________

2 comentarios:

M.G dijo...

Hay momentos en la vida que hay que tocar fondo para resurgir.

Hay momentos en la vida que una vez tocado fondo se necesita de algien que te de pautas para resurgir.

Hay momentos en la vida que nos sentimos al final bien por haber resurgido.

Si de verdad lo queremos, al final podemos elevar el vuelo hacia nuestro buen destino.

Caer una y otra vez, no es malo, eso es lo bueno, así seguimos creciendo.

Disfruta de lo que hoy tengas, que mañana volverás a tener la posibilidad de disfrutar de nuevo por algo.

Un abrazo.

Docecuarentaycinco dijo...

Bonita reflexión M.G. Que tengas un día y una semana fantástica, un abrazo muy fuerte.