martes, 28 de agosto de 2018

DÍA 831: "Y tú, ¿en qué miedo descubriste que eras valiente?"

Últimamente escribo poco y siento mucho. 

Tras un año de caos interior, un año que duró su tiempo multiplicado por sí mismo varias veces, un año en el que el barro posado al fondo de mi alma se agitó de manera tal que todo se volvió turbio y asfixiante, por fin hace algunos meses que empiezo a respirar de nuevo. 

Re-aprender a respirar no es sencillo, sobre todo porque el paso previo de esta re-educación es tomar conciencia de que uno se estaba ahogando sin darse cuenta.

El caso es que parece que poco a poco todo se va calmando. No podría decir que vuelve a su lugar, porque como leí hace poco "Nadie sana siendo la misma persona. La sanación es un viaje de transformación personal" y saber esto me alegra enormemente, porque no quiero regresar al punto en el que me encontraba. 

Ahora me rodeo de más dudas, de incertidumbres, probablemente de más temores, de debilidades y de futuros inciertos... sin embargo también habitan en mí menos ruidos, más sinceridad personal, menos prisa, más conciencia y, sobre todo, más realidad. La verdad no está ahí fuera, la verdad la tenemos dentro, solo tenemos que atrevernos a dar el paso a lanzarnos a nuestros propios abismos para aprender a volar en la caída. Superado ese miedo inicial, el resto es ir descubriendo que somos más valientes y fuertes de lo que pensamos.

Este verano me ha regalado lo que buscaba. Más allá de las vacaciones planificadas, el verdadero legado de este mes de agosto ha sido todo lo inesperado, porque he descubierto que el trabajo de reconstrucción interior cincelado a golpe de martillo (para destruir la coraza de dura piedra que había tejido alrededor de mi falsa omnipotencia) ha alcanzado su objetivo. Creer que somos capaces de controlar la vida es como engañarnos pensando que se pueden dominar las lluvias, los mares, los vientos y el universo.

Ahora toca seguir adelante, pero esta vez sin atropellos ni estridencias que ensordezcan los pensamientos. Es momento de seguir adelante con determinada determinación, con reposo pero firmeza, con apertura, con transparencia, con naturalidad y con miedo... pero siempre con valentía y confianza en que todo lo que pasa, pasa por algo, solo nos queda mirar hacia el lado correcto.

Porque a veces nos centramos más en cómo será la mirada del otro hacia nosotros que en mirar nosotros hacia el lado correcto olvidando cómo otros nos ven. 

Así que vivamos la vida como lo que es, una aventura y no un viaje organizado. Date la vuelta solo para disfrutar de las vistas que nos ofrece el haber llegado tan lejos y después... sigue caminando, que lo mejor está por llegar.