...que luchando contra sus propios miedos me dieron la libertad que para ellos quisieron.
En eterna batalla interna. Con sus personales cadenas atados abrieron la
puerta intermitente para que pudiera respirar, a pequeños sorbos entrecortados, el aire fresco del criterio propio y liberado.
Desconcertados, novatos, jóvenes y esperanzados. La vida los ahogaba al
mismo tiempo que les encumbraba y, en medio de su camino... yo y mi
hermana.
Con tropiezos, con aciertos en diana, con temores y caminos ya transitados, tejieron a Punto Calado sus
vidas con la mía. Red de protección anticaídas.
Nadie nace aprendido, aprendemos a nacer una y mil veces en vida. Y en el
tránsito, su compañía. A veces fuerte, a veces ausente, a veces visible y
a veces intangible, como río alterno e incierto, impreciso, vacilante. Pero siempre ahí, resistente y vivo, como raíces escondidas bajo un tronco floreciente.
A mis padres... porque dentro de sus humanas imperfecciones son creadores de vida igualmente imperfecta.
PROFUNDAMENTE GRACIAS.