Fui engullido por la página 37 de aquel libro de argumento redondo y enredado. No era, como solía decirse en el argot profesional y delirante, un manual de cabecera, no era el A-B-C de todo incipiente escritor apasionado, no era, ni siquiera, una obra bien encuadernada y atractiva.
No era gran cosa, para qué nos vamos a engañar.
Sin embargo, en el segundo párrafo, para ser exactos en la línea 14 de la página 37, fui devorado sin compasión por aquella expresión llena de una peculiar forma aparente de adverbio y en cuyo fondo, en realidad, se escondía una estructura sustentada por el adjetivo.
No fue agradable el trayecto, al menos la caída fue finalizada con un pequeño rebote sobre un colchón suave y almohadillado. Son las cosas buenas de las hojas recicladas, sin duda son mucho más mullidas que las demás y ayudan a amortiguar el aterrizaje en todo ejemplar que se precie.
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A lo que íbamos. El caso es que en aquella página 37 fue cuando apareció, por primera vez, la recomendación que me hizo abstraerme por completo de la lectura práctica en la que me encontraba inmerso. En aquel segundo párrafo, como un jarro de agua fría y sin escrúpulos ponía:
- Error número 1 del novato y perezoso escritor: Uso de un exceso de adverbios acabados en -mente.
Y ahí di por terminada mi lectura. No fue algo consciente, qué más hubiera querido yo, fue totalmente involuntario el hecho de quedar atrapado rumiando aquel pensamiento. Quedé ensimismado. Loco. Maltrecho.
Nunca pasé a la página 38.
En aquel preciso instante tomé conciencia de que nunca llegaría a ser buen escritor y me di por vencido. Soy así, de fácil frustración y rápida tristeza. Mi desidia no vino generada por un motivo gramatical o lingüístico, ni siquiera por la dificultad y el reto que suponía tal recomendación para este escritor inexperto y principiante, vino originada, sin duda alguna, por el estupor que me produjo no poder utilizar con total libertad y descontrol palabras terminadas en mi concepto favorito...
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Cuánta tristeza y lamento, pero es que los eruditos son así, sentencian sin deferencias hacia las personas de frágil emotividad escritora.
En fin, así son las cosas, abrumadoramente estructuradas. Y yo, mientras lucho contra este sentimiento paradójico en mi mente completamente desquiciada, sigo el camino de la rebeldía marcada por el literato que en mi interior habita inconscientemente iletrado e irreverente.
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Aprovecho y os incito hoy a que, si
queréis usar con libre albedrío tantos adverbios acabados en -mente como deseéis, os
animéis a participar en el siguiente reto que está a punto de dar
comienzo en 12:45pm.
Si hay todavía alguien que no sabe bien a qué me refiero, le recomiendo que se asome por el "DÍA 764: LAS 100.000 (PARTE II)".
Espero impaciente tu "SÍ QUIERO PARTICIPAR". Puedes hacerlo hasta el DOMINGO 14 DE DICIEMBRE, solo tienes que DEJAR UN
COMENTARIO EN ESTA SALIDA o ENVIARME EMAIL A
docecuarentaycincopm@gmail.com.
Yo,
por mi parte, prometo no defraudar, te aseguro muy buenos ratos de
fantasía, superación, creatividad y participación colaborativa... ¡¿qué
mejor manera de romper la rutina?!.
¡¡ANÍMATE,
ESPERO TU DESCONTROLADO USO DE LA MENTE!!
ESPERO TU DESCONTROLADO USO DE LA MENTE!!
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