bondad.
sinónimos de bondad: afabilidad, amabilidad, benevolencia, benignidad,
cordialidad, docilidad, dulzura, generosidad, magnanimidad,
mansedumbre, sensibilidad, suavidad, ternura, tolerancia, apacibilidad.
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En otras ocasiones ya he expuesto mi personal punto de vista a cerca de la condición humana. Sigo a día de hoy sosteniendo la idea de que el ser humano nace bueno por naturaleza y que, personalmente, creo que son las circunstancias posteriores (todas aquellas que se dan inmediatamente después del primer llanto o de la primera sonrisa) las que van moldeando el carácter y el corazón de cada uno.
La familia, la educación, los amigos, las infinitas experiencias y todo aquello que impacta sobre nuestros sentidos a lo largo de la vida es lo que nos va definiendo y hace que sigamos siendo innatamente humanitarios, solidarios, empáticos, o que poco a poco (o de manera súbita) decidamos tomar otro camino.
Desde luego, uno de los mayores nidos que salvaguardan y perpetúan la herencia de unos buenos corazones, es la familia. Esa es la base fundamental. Digamos que la humanidad es como un virus gestado en el núcleo familiar y que debe ser contagiado de generación en generación para que así se perpetúe la esencia de una especie buena, sensible y tolerante.
Esto me lleva a pensar que así como el hábito no hace al monje, jamás debemos dar por sentado que una profesión o una dedicación laboral o vital aparentemente solidaria o de tintes humanitarios (es decir, orientada en esencia a la ayuda social) conlleva que todos los miembros, por defecto, sean buenos. De esto podría divagar durante un buen rato, tengo mucho (tristemente demasiado) material para justificarlo.
La tendencia a poner etiquetas a todo nos hace que muchas veces confundamos una profesión, un uniforme, una apariencia con una bondad innata. Nada más lejos de la realidad. Las personas buenas pueden estar parapetadas bajo cualquier aspecto, bajo cualquier oficio, bajo cualquier estilo de vida. Por supuesto la situación contraria también se da, la maldad, el egoísmo, los intereses personales o el carácter injusto pueden hacer acto de presencia en entornos laborales o sociales que son aparentemente de naturaleza buena.
Quien haya tenido la oportunidad de trabajar desde dentro con comunidades profesionales que "supuestamente" debieran contener un porcentaje prácticamente absoluto de corazones solidarios y bondadosos, habrá observado con total sorpresa que nada suele ser como aparenta. Cierto es que hay mucha gente que ha decido dedicarse a ello de manera voluntaria y con unas creencias, unas ganas de ayudar y un corazón motivado y esperanzado en el bien y en el cambio. Pero también hay otros muchos que llegaron por casualidad, que se acomodaron, que perdieron hace tiempo (o quizás nunca lo tuvieron) el verdadero objetivo del bien de vista y que lo único que hacen realmente es entorpecer y desviar la auténtica esencia, la visión y la misión del equipo.
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Me gusta esa frase que dice sin reparos ni medias verdades que "se habla de dejar un planeta mejor para nuestros hijos, pero no se habla de dejar mejores hijos para nuestro planeta". Los hijos, la herencia, el futuro, el mundo. La singularidad de cada uno de nosotros, la esencia buena y sensible a lo que sucede alrededor, hará que llegue un momento en el que las individualidades confluyan en un único movimiento: hacer el bien. Porque, indudablemente, la bondad individual puede generar, mágicamente, bondad colectiva.
Lamentablemente la historia del hombre durante siglos (y también mi propia experiencia vital) me ha enseñado que en cierto modo este planteamiento no deja de ser algo utópico. Siempre existirán otro tipo de intereses (ocultos o no) que impiden que la tierra lata con pasión, alegría, tolerancia y equidad. El poder corrompe, el dinero corrompe, las potencias mundiales corrompen, la injusticia corrompe... pero a pesar de todo me niego a perder la ilusión, la esperanza, la confianza y el ánimo que aún me quedan. Me niego aún a darme por vencida. No se ver las cosas de otra manera, siempre creeré que el bien es posible en cualquier sitio, en cualquier tiempo, de cualquier manera.
Tendemos a mirar con ojos de sorpresa y admiración a personalidades reconocidas que vemos han alcanzado en la vida un estatus fascinante de bondad o de conductas humanitarias benevolentes. Por supuesto es algo que debe ser reconocido, son ejemplos, modelos (y seguro ellos así lo deseaban) pero no son arquetipos inalcanzables. Con absoluta seguridad ellos no quieren (o querían) que sus conductas se transformaran en simples figuras de cera de un museo, figuras que solo estén ahí para ser alabadas y llenarse de polvo... ellos lo que desearían es que supongan un movimiento humano encadenado. Casi les escucho susurrar en nuestros oídos... "todos somos iguales y todos podemos hacer cosas buenas por el prójimo, más allá de los talentos, más allá de las cualidades. Hacer el bien, a pequeña o gran escala, nada entiende de personalidades alzadas a la fama".
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Hacer el bien es de sentido común, es lo único para lo que realmente estamos aquí, dejar nuestra huella (oculta o manifiesta) en la vida de los que nos rodean... sean quienes sean.
El sufrimiento es algo terrible, ya sea de alguien cercano o de alguien que no conocemos en absoluto, el sufrimiento es algo atroz. Si está en nuestra mano calmar un poco, aunque sea un poco, el dolor de quien tenemos al lado, no encuentro motivo para que no lo hagamos.
Quisiera ahora compartir la razón principal que justifica este pensamiento envuelto en un breve ensayo sobre la condición humana. En el día de ayer envié un pequeño mensaje a alguien de mi familia que dedica su vida a labores humanitarias y que ahora mismo está entre las asépticas paredes de un hospital en manos de personas buenas que van a regalarle muchos años más de vida. Quise, dentro de lo que la distancia y una aplicación de teléfono permiten, hacerle llegar mi ánimo y mi fuerza para este proceso. Y por supuesto ofrecerme, dentro de lo que la distancia permite, a tender una mano y un apoyo en lo que necesitara.
La respuesta que recibí a este mensaje de ánimo transoceánico me dejo sin aliento. Es la esencia de esa condición humana que hoy nos roba unas palabras y unos sentimientos entre líneas. Su respuesta fue clara y concisa, sí podía hacer algo. Podía escribir en esta ventana de ida y vuelta una reflexión sobre algo que es característico en muchas personas de la familia. Para ello me echaba una mano y me hacía ver que muchos de nosotros hemos tenido la suerte de ejercer profesiones dedicadas a servir a la sociedad y la naturaleza. Ahí lo dejaba... y yo lo cogí con entusiasmo.
Sin duda ahora sabemos por qué. En nuestra familia, desde nuestros antepasados, procuramos perpetuar la justicia, la bondad, la solidaridad y la verdadera esencia de la condición humana. Ayudar a quien más lo necesita.
Este escrito hoy es en tu honor, por animarme a reflexionar sobre la bondad, por seguir perpetuando la verdadera esencia en la familia y porque lo mereces. Estoy segura de que todo va a ir bien. Confío que estas palabras en la pantalla te entretengan un ratito en las largas y desquiciantes horas de hospital y, sobre todo, que calme el dolor y la intranquilidad que ahora pudieras estar sintiendo.
Muchos besos, abrazos y recuerdos, desde el otro lado del charco... ese lado que tú, más que nadie, sabes que está aquí al lado...
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2 comentarios:
Gracias, Hija, de todo corazón.
Te queremos desde el fondo de nuestra alma.
Nos animas y nos proteges con tus palabras y estímulos.
Para todos nosotros eres una luz constante y desde luego no lejana, sino en frente, aquí, a nuestro lado.
Él te lo va a agradecer en cuanto pueda, seguro.
Con las vibraciones positivas de todos nosotros, de toda su familia, por muy malo que sea el tema, saldrá todo perfecto y muy bién.
Este año no está siendo nada afable contigo en cuanto a tu más profundo sentir. Pero verás cómo pronto te va a llegar una muy amplia recompensa.
Muchos besos de todos nosotros y calma, que con serenidad y buen ánimo todo llega a superarse.
Un gran abrazo de todos nosotros.
Gracias. Ya va quedando menos para vernos de nuevo en un año que está siendo especialmente duro para todos... en nada comenzamos la cuenta atrás por fin (esta vez una cuenta a trás que nos saca una sonrisa).
Muchos besos.
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