En la madrugada de ayer unos tímidos lamentos nos desvelaron. Los suaves gritos, repetitivos e inquietos, retumbaban por la pequeña calle bajo nuestra ventana. Finalmente nos levantamos y entre la oscuridad buscamos preocupados el origen de aquella llamada llena de angustia y vida recién descubierta.
Comenzó a llegar el día y junto a los primeros rayos de sol logramos encontrar, entre las hojas secas color marrón, un pequeño cuerpecito en tonos miel que se arrastraba desesperado buscando, probablemente, a su madre. Seguramente no llegue ni a las tres semanas, pero fortaleza y superación no le faltan, no hay duda.
Y aquí fue donde comenzó nuestra particular aventura.
Ahora cuidamos del incipiente descubridor en una pequeña habitación, lejos del rey de la casa... Nero, dándole alimento y cariño mientras le encontramos una nueva familia que le ayude a disfrutar de la vida como ahora hace su hermano negro como el betún (ese que al verlo ayer por primera vez dejó bien claro que ese territorio era suyo y solo suyo... y eso que su carácter pacífico nunca antes le había hecho mostrar ese tipo de rasgos territoriales).
Como veis, queridos residentes y visitantes... cada día una sorpresa, es lo bonito de estar vivo.
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Recuerda unirte al reto del DÍA 431: ¿Te atreves?... ¡¡SOLO FALTAS TU!!
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