lunes, 4 de febrero de 2013

DÍA 195: La quietud susurrante

Las ramas chocaban al compás del viento convirtiéndose en batutas de sonoras orquestas arbóreas. Sonidos susurrantes en las profundidades de un bosque donde el Sol se filtraba indeciso y tímido entre los huecos que la espesura concedía condescendiente a la oscuridad.

No serían más de las nueve de la mañana y el sosiego dominaba aquel paraje sacudido tan solo por el seco aleteo de algún pájaro vespertino.

Un camino cubierto por hojarasca y barro seco configuraba un lienzo de delicados detalles en relieve, una lámina de realismo artístico lleno de sutilezas y detalles casi imperceptibles, belleza convertida en lienzo para la vívida naturaleza.

El aire jugaba con habilidad entre los troncos de los árboles, esquivando el zarpazo de su filosa corteza, retozando entre ajadas hojas que reposaban pacientes en la superficie confiando en su pronta metamorfosis en humus, aguardando su embrujada transformación de muerte en vida... asegurando el ciclo natural del bosque y su subsistencia amenazada

Quietud y reposo. Tiempo inmovilizado en una mañana invariable.

Una mujer solitaria y meditativa avanza por el sendero aplastando las hojas a su paso, haciendo crujir el camino como pan recién horneado, dejando tan solo tras de sí las huellas de sus botas y sus pensamientos enmarañados.

Caminaba sin titubeos, apoyada tan solo en un bastón de madera, una rama partida que encontró abandonada entre la maleza y al verla decidió darle uso... deseando que alguien, en algún momento, hiciera lo mismo con ella, ayudándola a dejar de sentirse báculo olvidado en la vereda del camino, ayudándola a recobrar de nuevo ese sentimiento lejano de mujer irremplazable.

Se alejaba la mujer por el camino de seco lodo y caída hojarasca... paseando una tranquila mañana de otoño, serena y segura, hacia el río... donde haría desembocar su pesar y amargura, donde el agua, con su torrente reconfortante, arrastraría al olvido el pesado lastre de su rebosante mochila.

 
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4 comentarios:

M.G dijo...

Qué bonito relato. Qué profundo. Qué real. En éste caso plasmado en una mujer pero bién puede valer para un hombre y sin matizar las edades de la mujer o del hombre.

Algunos lo practicamos los fines de semana si se puede y ese vaciado de mochila te devuelve al mundo cotidiano con etéreas alas para conseguir sobrevivir hasta el siguiente paseo matinal. Es reconfortante ese recogimiento interior que te sobreviene en el bosque.Es diferente al que te puede sobrevenir en otro entorno natural. Tiene algo de mágico y brujo. Los sonidos se vuelven inquietantes y amplificados...Bueno, que la creación es tuya y no necesita matizarla.

Un saludo y FELIZ SEMANA.

Docecuarentaycincopm dijo...

¡Hola M.G.! Me alegra verte de nuevo por aquí y me alegra aún mucho más ver que te ha gustado e inspirado el relato de hoy.

Te deseo un día maravilloso y una semana aún mejor... la mia viene cargadisima, pero tremendamente emocionante tambien.

¡¡Un besazo!!

Ama y Aita dijo...

Muchas personas nos podemos sentir identificadas con el escrito de hoy. Pero sobre todas ellas yo veo a JOSEFA más que a todas las demás.

JOSEFA, si te llega ésto recibe muchísimos besos y ánimo y adelante. El camino es tuyo aunque en él te encuentres piedras o rocas. TU PUEDES CON TODO y si flaqueas aquí estamos nosotros para ayudarte.

Un BESAAAAZZZOOOO

Docecuarentaycinco dijo...

¡Hola! Bueno, la historia no iba realmente dirigida a nadie y la fotografía surgió de pronto en mi archivo de imágenes después de haber escrito los párrafos que la preceden... pero como muchas cosas en la vida, encajan ambas... es lo bonito de la inspiración, que surge donde menos uno lo espera y hace que el resto termine encajando de manera natural.

Un beso enorme a los dos, y por supuesto otro a la persona que os ha inspirado texto e imagen, sabe que somos muchos los que estamos a su alrededor y la acompañamos, en cuerpo y/o espíritu.

¡¡FELIZ NOCHE A LOS 3!!