viernes, 23 de noviembre de 2012

DIA 122: América*

* Propuesta hecha por Jaime en el "DÍA 100: Jornada de ventanas abiertas". El desafío lanzado viene originado a partir del explícito manifiesto que Jaime me hizo llegar sobre su gusto por las series que, de vez en cuando, publico en 12:45pm (Pecados Capitales, Puntos Cardinales). En este caso me reta a que escriba una nueva serie sobre los Cinco Continentes, así que aquí recojo el testigo y presento mi nueva serie secuencial de historias semi-concatenadas. Este es el primer relato.

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Ella era una de las más fuertes del grupo, se mostraba indudablemente como líder innata, tenaz, comprometida, responsable y constante.

Vivía en una gran comunidad que con cada cambio de estación cambiaba su residencia... siempre en constantemente movimiento, siempre emigrando de manera natural, sin pararse nunca a pensar en el motivo o necesidad de esa perenne mudanza... así es la naturaleza y sus ciclos vitales exclusivos para cada especie, inapelable.

Residían por aquella época en los campos abiertos de La Pampa Argentina. Su hábitat preferido era el campo abierto, los infinitos prados y los espacios con vegetación baja decorados, como si fueran paisajes inmortalizados en lienzos, por lagunas y ríos de brillantes caudales y reflejos... era por todo ésto que La Pampa del Sur de America le cautivaba hasta límites insospechados.

Ella, golondrina líder en la bandada, estaba profundamente enamorada de aquel paraje de América y sus bastos territorios de grandiosa belleza. En muchas ocasiones había llegado a pensar que si no viviera esclavizada bajo el yugo de los ciclos naturales, probablemente afincaba su nido y su hogar en algún recóndito lugar del extenso continente del Sur americano.

Los días pasaban tranquilos para la comunidad, viendo la vida avanzar desde el resguardo de una techumbre de madera perteneciente a un granero construido en las inmediaciones de los Bañados de la Amarga... viéndose siempre copados de alimento y seguridad gracias a los innumerables humedales y lagunas que el Río Quinto había ido regalando con su transitar pausado durante siglos de historia.

Sin embargo, la vida marca sus periodos y es inútil esquivar su llegada, pues siempre, fauna y flora, deben asumir los ciclos que la tierra y la existencia nos ha dado y que gracias a ellos hacemos evolucionar nuestra vida y la de generaciones venideras. Ella, observadora innata, se había percatado que ésto también sucedía en el devenir de los humanos con los que de vez en cuando compartía espacio en las orillas del caudaloso torrente... ellos tenían sus propias etapas de siembra y recogida, de días y de noches, de idas y venidas... y aunque no le consolaba en exceso, sí le hacía sentirse acompañada en la pena que sentía cada vez que preparaba la despedida de aquellas rústicas y copiosas tierras del Sur.

Y precisamente en este punto se encontraba el grupo de singulares aves, pues en pocas horas remontarían el vuelo para iniciar su viaje hacia otras tierras, más allá del horizonte, en la lejanía que las aguas del océano ocultaban. En pocas horas daba comienzo su travesía hacia otro continente que velara por mantener intactas sus costumbres naturales y sus inevitables periodos de migración.

En esta ocasión ella, líder curiosa con amplias miras hacia lo desconocido, había propuesto a sus golondrinas compañeras cambiar la ruta, pues aunque siempre dirigían sus aladas hacia el Este geográfico... buscando el calor del para ellas anónimo continente Africano... en esta ocasión deseaba desviarse hacia el Norte y descubrir qué existía más allá de aquellas llanas y placenteras tierras del centro argentino enmarcadas en los límites de la provincia de Córdoba.

La bandada, fiel y confiada, aceptó el reto con emoción y, armonizando trinos y chasquidos rítmicos, firmaron el común consentimiento para, en cuando saliera el Sol al siguiente día iniciarían su aventura migratoria innovando una ruta alterna.

Y así fue, con los primeros rayos de luz, rojizos y libres, las golondrinas izaron el vuelo y comenzaron a surcar los cielos con acompasada y volátil coordinación... bella estampa de trasfondo azul celeste, bella armonización fraguada en años de experimentado vuelo migratorio.


Siempre orientándose desde la privilegiada altura, bordeando ríos, costas, llanuras y cordilleras la bandada avanzaba firme y decidida hacia el Norte. La propuesta fue todo un éxito, pues en su peregrinaje hicieron conmovedores descubrimientos. 

Las golondrinas no entienden de fronteras ni de límites políticos, pero sí son expertas en panoramas paradisíacos y, sin duda alguna, ellas estaban siendo espectadoras de las más bellas grandezas de la naturaleza y de la mano sabia y favorable del ser humano.... aunque, tristemente, en más ocasiones de las deseadas casi pierden el rumbo cayendo en picado al ver los estragos que la mano de quien se autodenomina especie avanzada hace con la madre naturaleza... sustento elemental de todos los géneros vivos e inertes de este azul planeta.

En su vuelo altivo vieron nuestras migratorias golondrinas...

... la imponente desembocadura del Río La Plata colindante con Uruguay y el faro y las dunas de Cabo Polonio...
... el abrumante Parque Nacional do Iguaçu al Sur de Brasil...
... la bella y salvaje Cordillera de Ybytyruzú con su Salto Suizo en Paraguay...
... los Andes, en Bolivia, rozando casi con su vuelo las cumbres del Nevado Sajama y del Illimani...
... se reflejaron a su paso en las cristalinas aguas del Lago Chungará, al Norte de Chile, calmadas aguas que sirven de espejo al amenazante volcán Parinacota...
... jugaron con el oleaje del Océano Pacífico encontrando su límite en el Desierto Costero de Perú...
... en Ecuador recordaron de nuevo los peligros naturales, encontrándose envueltas por sorpresa en ceniza y humo resultantes del volcán activo más alto de la Tierra, el Cotopaxi...
... se recrearon y alimentaron en el Valle del Río Cauca en su paso por Colombia...
... se dejaron guiar por la estela que el Río Orinoco tatúa serpenteante en las tierras de Venezuela...
... la Sierra de Pacaraima les sorprendió al cruzar Guyana...
... y en Suriname aprendieron que bancos de arena y bosques tropicales pueden convivir en perfección armónica...
... descubrieron las Islas de la Salvación a su paso por la Guayana Francesa...
... y jugaron entre oleajes, arenas blancas, arrecifes de coral y paraísos indómitos cruzando las infinitas Islas Vírgenes...
... El Yunque de Puerto Rico les dio cobijo, frescura y diversión, pues pudieron esparcirse entre multitud de aves desconocidas, de coloridos colores y atrayentes sonidos musicales...
... cruzaron ágiles el Canal de la Mona y llegaron a Republica Dominicana, donde llanos costeros les dieron la bienvenida, mostrándoles aguas del Mar Caribe y del Océano Atlántico entrelazándose con parsimonioso compás...
... les guardaba Haití gratas vistas aéreas con el Lago Azuey, saladas aguas donde observar su reflejo de vuelo constante...
... fue intenso el revoloteo en Cuba, pues las cuevas sumergidas de Ojo de Mégano les entretuvieron jugando entre estalactitas y estalagmitas...
... en Jamaica relajaron su vuelo entre islas, cayos, bancos de arena y arrecifes...
... siguieron la línea que marca Panamá y vislumbraron su ingente Canal, sus lagos, sus ríos y sus volcanes...
... Costa Rica les regaló fértiles campos sembrados en mesetas entre la abundancia acuosa del Gran Valle Central...
... el Río Escondido, alimentado de la desembocadura de los ríos Siquia, Mico y Rama, les velaba fielmente a su paso por Nicaragua...
... los cerrados montes de selva tropical que pintaban las tierras de Honduras les sirvió de breve descanso en su sobrecoger descubrimiento del continente americano...
... continuaron su viaje adentrándose en El Salvador, grato descubrimiento, pues desde el cielo observaron que, a pesar del poco espacio que esta tierra presentaba, eran muchas las riquezas que desde el aire podían advertirse, planicies costeras, montañas fronterizas, valles, volcanes, sierras y cordilleras... infinita la riqueza de este país tropical... 
... los humedales y los ríos de lava les saludaron a su paso por el territorio donde se ubicaba Guatemala...
... y fue en Belice donde la cerrada selva y los numerosos recursos naturales que otearon les hizo comprender que el suelo que sobrevolaban era uno de los más prósperos y amparados en flora y fauna...
... al cruzar México disminuyeron la velocidad de vuelo, pues la riqueza cultural y natural de estas tierras les embelesaron entremezclando pintorescos sonidos, bailes de vuelos de faldas al viento, volcanes de nombres impronunciables, Popocatépetl, valles rodeados por montañas abruptas como el de Oaxaca, alimentos sazonados y de intenso sabor, color, olor.. vida vívida observaron desde el cielo...
... agotados llegaron a los Estados Unidos, donde la extensión y, nuevamente, las riquezas de sus tierras obligaron a las golondrinas a reducir su ágil vuelo, pudiendo así deleitarse de Los Apalaches y Yellowstone, del Río Colorado y su Gran Cañón, de innumerables desiertos y cordilleras, de rascacielos, de luces y sombras, de Grandes Llanuras y de cambiante clima...
... tras la intensa y agotadora cruzada por la basta extensión de aquellas tierras norteñas, finalmente atisbaron Canadá, reducto sublime de la explosión natural en su demostración más fastuosa, Cataratas del Niágara, Grandes Lagos, Montañas Rocosas y una infinidad de portentos naturales que ensimismaba incontroladamente el trayecto de la bandada...

... y llegando el vuelo de las golondrinas al inhóspito y glaciar frío de Groenlandia fue cuando tomaron la decisión, unánimemente, de virar el rumbo e iniciar el cruce del infinito océano.. en busca de nuevo anidaje... confiando encontrar tierra firme donde poder ubicar su reposo por los meses venideros... buscando un espacio confortable donde pudieran afirmar que la migración por vía alternativa había sido un éxito y pasar así los meses previos al siguiente éxodo rememorando con plenitud las maravillas que aquel último vuelo les había regalado de la portentosa y sublime América... 

... confiando que quienes se autodenominan especie avanzada tomara conciencia de la riqueza de estos parajes y cuidara, como a su propia existencia, los reductos naturales que todavía la Tierra regala, que observara el entorno y leyera, como un libro siempre abierto, la lectura que brinda la naturaleza.

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2 comentarios:

Jaime T. dijo...

Me ha gustado mucho. Gracias, porque siempre me sorprendes. Por cierto, antes de ver la canción pensé justamente que le iría al pelo… y mira: pensaste igual que yo. ;)

Docecuarentaycinco dijo...

Hola Jaime!! Me alegra mucho que te haya gustado el planteamiento, te diré que el reto fue grande, así que gracias por hacer que rebuscara en mi interior y gracias por tus palabras, me alegra estar cubriendo expectativas... no dejes de mirar porque mañana continua la serie ;).
Un abrazo muy fuerte y gracias por tu lectura fiel e implicada.