miércoles, 21 de noviembre de 2012

DIA 120: Encorbatado*

* Propuesta hecha por Fran en el "DÍA 100: Jornada de ventanas abiertas". El desafío lanzado en esta ocasión era tan sencillo y tan complejo como escribir una historia acerca de una "Corbata".
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Era un hombre de éxito, joven, profesional, sociable y bien posicionado.

Le gustaba tomar café siempre que surgía ocasión... a poder ser acompañándose de un buen cruce de palabras, en ocasiones de temática profunda y en ocasiones superficial... todo era válido con tal de sentir la conversación ondulando por el denso aire de la cafetería ubicada en el edificio aledaño a las oficinas.

Trasnochaba más de lo debido y eran numerosas las ocasiones en que las sábanas se le quedaban pegadas en la mañana... aunque a continuación él siempre aparecía en el despacho con un dinamismo revitalizante, siempre positivo, siempre enérgico. Viajaba de manera constante debido al trabajo y añoraba de vez en cuando el tener un lugar donde sentir que, por fin, había instalado de manera permanente su hogar.

Era fuerte, ambicioso y luchador. Un atleta en la pista y en la vida... un ganador.

Como todas las personas él también tenía sus pequeñas manías... le gustaba hacer sonar ruidosamente sus zapatos chocando los talones antes de subirse al ascensor (resultaba gracioso ver los sobresaltos que padecían quienes junto a él esperaban a que llegara el elevador)... le atraía mostrarse misterioso cuando estaba ausente del trabajo y no era extraño, en esas ocasiones, recibir una llamada donde de manera encriptada dejara pequeñas pistas sobre su escondido paradero... era también un ferviente simpatizante de la dialéctica más sutil, siempre que tenía ocasión retaba a quien cayera en sus redes de orador nato para mantener una batalla lingüística llena de ironías y juegos de palabras... él también, como todos los hombres y mujeres del planeta, tenía sus pequeñas manías.

Era director de un departamento dentro de la compañía y uno de los principios sobre los que había construido su imagen de triunfador era el cuidado del aspecto físico que proyectaba hacia el resto del mundo, le preocupaba su apariencia y cuidaba con sumo esmero de ella... especialmente si ese día su agenda tenía programada alguna reunión de considerable importancia.

Tenía un prohibitivo coche deportivo, un descapotable negro que jamás había visitado una máquina de limpieza automatizada, el lavado siempre debía realizarse a mano por profesionales del gremio... y ésto era requisito de obligado cumplimiento.

Solía llevar bonitos trajes. Siempre cuidados, nuevos y a la moda. Y, al igual que sucedía con el descapotable, sus uniformes de hombre de éxito debían ser limpiados y acondicionados en tintorerías de confianza (a poder ser lo suficientemente ágiles como para disponer de los trajes a tiempo entre viaje y viaje).

Sin embargo a ella lo que le había llamado poderosamente la atención desde el momento en que le conoció, era el hecho de que mostraba una infinita colección de corbatas... todas elegantes y estilosas. Le sorprendía enormemente que, dada su juventud, él dispusiera de tan amplia antología de este señorial elemento engalanante... por la forma de ser de ella, este pensamiento siempre solía llevarle a una angustiosa sensación de ahogo.


http://www.elitista.info/blogs/ropa/2007/04/nudos-de-corbata-nudo-windsor.html

Ella era una trabajadora principiante en la empresa y en la vida. Estaba a su cargo desde hacía poco tiempo y, por este motivo, no se sentía con la suficiente confianza como para tratar ciertos temas personales... probablemente porque el dinamismo y la garra de él le hacían apocarse y prefería tomar una opción más en las sombras que en las luces... hacer mucho y decir poco... al menos por el momento (se solía justificar habitualmente).

Para ella el misterio de las corbatas resultaba ser todo un rompecabezas. Tantas vueltas dio en su cabeza el tema de manera involuntaria que al final resolvió el jeroglífico... desde su punto la vista el que siempre exhibiera al mundo una corbata profesionalmente anudada suponía un escudo hecho tela, es decir, el aferrarse a una prenda de tal estatus social le daba  a él seguridad en el trabajo, un porte, un nivel, un poder y una línea divisoria... sin embargo, éste mismo elemento era su Talón de Aquiles pues le daba la fuerza a modo de escudo pero también lo podía debilitar si alguien descubría su secreto y le arrebatara su salvaguarda...

... en definitiva, para ella, verle encorbatado era verle encarcelado.

Llegó la Navidad y ella cumplió seis meses como empleada en la compañía... poco a poco fue saliendo de las sombras y mostrándose más a la luz... aunque todavía le quedaba mucho camino por recorrer.

En aquellos tiempos la crisis todavía planeaba lejana y, en caso de oír su nombre, era en relación a los otros y no a la empresa donde trabaja uno mismo... por eso la compañía, en un alarde de grandiosidad simulada se aventuró a organizar una fiesta navideña para todos los empleados en un importante centro multiusos ubicado en el mismo corazón de la gran ciudad. La cúpula directiva buscaba para la firma un evento sonado, un posicionamiento competitivo frente a sus clientes, actuales y potenciales, y un obsequio corporativo para todos los empleados.

El acto fue un verdadero éxito, hubo música, baile, inesperadas actuaciones artísticas, regalos, conferencias protocolarias, comida, bebida y, sobre todo, muy buen ambiente.


http://planetpartysa.sharepoint.com/Pages/RegularPartyPackages.aspx

Todos lo empleados habían abandonado su rol de trabajadores y se divertían distendidamente... todos menos él, que, siempre sonriente, deambulaba entre sus compañeros haciendo alarde de sus cualidades para interrelacionarse y buscando nuevos proyectos laborales con los que mejorar su posicionamiento empresarial... todos menos ella, que, siempre observadora, le consumían por dentro las ganas de arrebatarle aquella estranguladora corbata que ya había pasado a ser su personal cruzada de liberación, su  obsesión por la salvación de su jefe y de su encarcelamiento encorbatado.

Siempre había pensado que tarde o temprano ella reuniría el suficiente valor como para liberarle de aquella prenda y, en consecuencia, abrirle nuevos caminos a su vida... caminos de libertad alejados de trajes sacados de tintorerías elitistas... caminos donde él, por fin, pudiera sentirse quien era en realidad, sin fachadas ni ataduras, sin necesidad de escudarse en serpenteantes pedazos de tela que, más allá de aportar seriedad a la imagen exterior, añadían dependencia y encarcelamiento al ser interior que con tanto recelo custodiaba y que, evidentemente, clamaba libertad inminente.

Siempre lo había pensado y, aquel día de celebración navideña, llego el esperado momento.

La noche avanzaba al ritmo con el que siempre avanzan las noches de diversión y esparcimiento... ella miraba con disimulo la corbata de seda color violáceo, era lo único que veía en la oscuridad de aquel bar. Entonces fue cuando llegaron los bailes, el relajo y la confianza... así que entre las bromas fruto de una noche entretenida, ella sacó fuerzas de flaqueza y le pidió prestada su corbata... a modo de juego inocente, a modo de diversión disfrazada... "quiero ver como me queda, tengo curiosidad de ver mi apariencia encorbatada..." y él, amable y predispuesto en la noche de navideña jarana, le entrego confiado su violácea corbata.

Ella se la puso risueña con el triunfo exultante reflejado en su cara. Jugó con aquella soga que se le asemejaba a una horca para la voluntad enclaustrada. La corbata de seda brillante rodó entre las manos de diferentes compinches con ganas de jolgorio, se enredó tanto en la noche y en sus sombras descontroladas que la corbata, finalmente, se extravió no se sabe dónde... alegrándose exultante ella y lamentándose el joven perdido sin su fachada.

Nadie sabe dónde se encuentra ahora aquel pedazo de soga hecha de tela hilvanada... es probable que en otro cuello, encarcelando con su nudo a otro triunfador en dependencia de su portada.

Sin embargo, a pesar de aquella puntual conquista que supuso, para ella, un avance en la contribución de la libertad que para él deseaba... a pesar de la victoria en la noche de Navidad sepultada... el joven de éxito, profesional, sociable y bien posicionado... recayó de nuevo en el poder que le daba la dirección encorbatada y se dice que hoy en día, aun sintiéndose más libre sin la armadura del traje y su suplemento de seda anudada, el joven remonta el vuelo entre grandes compañías atando con firmeza cada mañana una encarcelante corbata.

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4 comentarios:

M.G dijo...

¿Esta es una historia real?, porque en absoluto parece novelada y si es fruto de tu imaginación, muestras una imaginación muy realista.
Un abrazo.

Docecuarentaycinco dijo...

¡¡HOLA M.G.!! Pues te cuento que todo lo que escribo tiene una parte real y una parte de ficcion, en cada caso en un porcentaje diferente.

En este cuento puedo tan solo decirte que donde llega una cosa y otra... se mantiene en la recamara de quien escribe, sino la historia perderia su enigma y esta "literaturizacion" sobre la que siempre se construye mi inspiracion ;).

Lo importante es que... ¿que te parace a ti? ¿te ha gustado... ¿conoces a encorbatados?...

Un besazo y ¡¡FELIZ DIA!!

M.G dijo...

SIIIII. Conozco a muchos. Por eso la pregunta que he hecho.
Y claro que me ha gustado.

He leido una crónica basada en muchos, sobretodo jóvenes, de hoy.
Qué pena y qué real. Cuántos sometidos a un trabajo que para subir y seguir se tiene uno que prostituir.
Así es, tal cual lo has expuesto.
Buen dia

Docecuarentaycinco dijo...

Si, yo creo que siempre han existido, no es nuevo.
Un beso y ¡a por este Miercoles lento!... aunque por aqui mañana y pasado es festivo... Accion de Gracias.