No hace muchos días mantuve una interesante conversación escrita a través de una de esas modernas herramientas que permiten, vivas en el país que vivas, comunicarte ágil, cómoda y sincrónicamente aun estando cada interlocutor a muchos kilómetros de distancia entre uno y otro... y cuando digo muchos kilómetros hago estimaciones a grosso modo y concluyo que son muchos kilómetros... pongamos, más de seis mil...
El caso es que el receptor de mis mensajes buscaba al otro lado, impresas en la pantalla de su teléfono, unas palabras que a modo de reflexión distanciada dieran un poco de luz y consuelo ante una situación personal delicada, compleja y abrumadora.... pues los sentimientos eran dueños de una enmarañada tesitura y eso siempre dificulta el ver la salida más adecuada ante la situación en concreto.
La conversación versaba sobre un tema privado y personal y buscaba, en definitiva, una caricia para el alma, una ayuda en la resolución del puzzle, unos ojos amigos que leyeran, con objetividad y sin prejuicio, unas emociones enrevesadas, unos dedos sinceros que materializaran reflexiones apropiadas a las circunstancias expuestas y, sin duda alguna, un auxilio desinteresado regalado por alguien a quien, curiosamente, jamás conoció en persona... pues mi interlocutor y yo, aunque nos conocemos de hace tiempo, nunca nos hemos visto físicamente... curiosamente esta situación me sucede más de lo que yo misma hubiera podido imaginar... cosas de las nuevas tecnologías, me digo a mi misma... y prosigo mi escucha lectora a través de mi pequeño teléfono móvil...
La conversación versaba sobre un tema privado y personal y buscaba, en definitiva, una caricia para el alma, una ayuda en la resolución del puzzle, unos ojos amigos que leyeran, con objetividad y sin prejuicio, unas emociones enrevesadas, unos dedos sinceros que materializaran reflexiones apropiadas a las circunstancias expuestas y, sin duda alguna, un auxilio desinteresado regalado por alguien a quien, curiosamente, jamás conoció en persona... pues mi interlocutor y yo, aunque nos conocemos de hace tiempo, nunca nos hemos visto físicamente... curiosamente esta situación me sucede más de lo que yo misma hubiera podido imaginar... cosas de las nuevas tecnologías, me digo a mi misma... y prosigo mi escucha lectora a través de mi pequeño teléfono móvil...
http://www.tuexpertoapps.com/2012/07/10/como-volver-a-instalar-whatsapp-en-otro-movil-y-conservar-el-numero/ |
Tras la charla, amena y profunda, nos despedimos con la impresión de haber compartido una presencia física, sin abrazo que mediara, pero con la misma sensación que le queda a uno cuando, entre cafés y confidencias, pasa la tarde junto a alguien que necesita ser escuchado.
Recuerdo aquel momento, vivido no muchos días atrás, porque la conversación tuvo una segunda parte, en este caso presencial y además con alguien que nada tenía que ver con la persona con la que interactué en la primera ocasión. Digamos que, algunas de las reflexiones intercambiadas a través de la pantalla... lograron escapar de aquel enjambre cortocircuitado y, teniendo como medio de transporte a mi cabeza incansable, cambiar de ubicación y expandir la reflexión en circunstancias absolutamente diferentes.
Ahora, pasados ya unos días, retomo, por tercera vez la reflexión y escribo nuevamente (en este caso en un medio asincrónico como es mi introspectivo 12:45pm) el pensamiento rumiado cuyo origen se encuentra inscrito en medio de un cordial y confiado coloquio sustancial a través de mensajes de texto.
El pensamiento gira en torno al hecho de soltar amarras... emocionales... de manera permanente.
Nunca me dejo de sorprender cuando descubro y re-descubro lo difícil que nos resulta a los humanos soltar amarras en general, desprendernos de las cosas (materiales o no) se convierte en la más difícil de las tareas cotidianas...
... sin embargo, en este caso, mi cavilación se centra específicamente en las amarras emocionales... esas hechas con nudo marinero imposible de deshacer... esas con atraque oxidado lleno de herrumbre y verdín que imposibilita botarlas hacia el recóndito océano... esas cuya probabilidad de ser desechadas al mar del olvido es tan improbable como nuestro deseo sincero de ser arrinconadas en el extravío fortuito... no nos engañemos, nos cuesta soltar los amarres del corazón y el recuerdo.
De una u otra manera todos tenemos experiencias afectivas que nos han marcado de muchas y muy diferentes maneras. Podemos haber tenido una sola pareja, o ninguna, o más de una... podemos haber experimentado el amor pleno o la aversión y la rabia más hirientes... podemos haber caído y levantado miles de veces... y, sin duda alguna, podemos llevar grabado en lo más profundo de nuestro corazón y nuestro recuerdo experiencias de fuego que ni el agua más helada podría calmar y borrar de nuestra memoria.
Esas experiencias siempre van a estar ahí, siempre. Esas personas que han pasado por nuestra vida, que nos han acompañado en el camino durante más o menos trayecto... siempre estarán dentro de nosotros porque han formado parte de nuestra existencia y, en cierta manera, han ayudado a ser quienes a día de hoy somos. Y eso hay que aceptarlo y superarlo... igual que hoy nos rodean personas que marcarán nuestro futuro y en el futuro aparecerán personas que moldearán nuestro ser de manera ininterrumpida... así somos, seres sociales por naturaleza y así debemos asumirlo y tolerarlo.
No podemos (ni debemos) intentar borrar a todo aquel que ha pasado afectivamente por nuestro interior, por ejemplo a amores que nos hicieron desfallecer hiriendo nuestro ser más profundo, si tuvimos cerca su presencia y ya se alejó de nosotros... es porque así debía ser.
Es difícil, complejo, en ocasiones nos parecerá casi imposible... pero no nos aferremos a su olvido (porque es imposible borrar este tipo de recuerdos) ni tampoco nos aferremos al retroceso en el tiempo... porque lo que pasó ahí debe quedar... miremos hacia delante, reconstruyámonos, aprendamos de la experiencia de esa vivencia, sigamos enriquecidos hacia delante y asumamos que tanto los buenos como los malos recuerdos de esos fantasmas del pasado nos acompañarán para siempre...
... te aseguro que llegará un día en el que su compañía espectral pasará a un segundo plano, a un más allá indiferente, pues aparecerá una nueva realidad (ya sea materializada en experiencia vital, en nuevo amor o, simplemente, en madurez) que, de pronto, cambiará las prioridades emocionales y, con una fuerza titánica y sutil, soltará esas amarras dejando que las emociones carcelarias pesen menos... descubriendo así que, aunque nos sigan acompañando de por vida, poco a poco se irán alejando de nuestro caminar... revelándose una mañana tan lejanas que casi nos resultará imposible recordar cómo fueron aquellas vivencias convertidas antes en esclavas emociones.
Recuerdo aquel momento, vivido no muchos días atrás, porque la conversación tuvo una segunda parte, en este caso presencial y además con alguien que nada tenía que ver con la persona con la que interactué en la primera ocasión. Digamos que, algunas de las reflexiones intercambiadas a través de la pantalla... lograron escapar de aquel enjambre cortocircuitado y, teniendo como medio de transporte a mi cabeza incansable, cambiar de ubicación y expandir la reflexión en circunstancias absolutamente diferentes.
Ahora, pasados ya unos días, retomo, por tercera vez la reflexión y escribo nuevamente (en este caso en un medio asincrónico como es mi introspectivo 12:45pm) el pensamiento rumiado cuyo origen se encuentra inscrito en medio de un cordial y confiado coloquio sustancial a través de mensajes de texto.
El pensamiento gira en torno al hecho de soltar amarras... emocionales... de manera permanente.
http://elsenderodetudestino.blogspot.com/2010/09/soltar-amarras.html |
Nunca me dejo de sorprender cuando descubro y re-descubro lo difícil que nos resulta a los humanos soltar amarras en general, desprendernos de las cosas (materiales o no) se convierte en la más difícil de las tareas cotidianas...
... sin embargo, en este caso, mi cavilación se centra específicamente en las amarras emocionales... esas hechas con nudo marinero imposible de deshacer... esas con atraque oxidado lleno de herrumbre y verdín que imposibilita botarlas hacia el recóndito océano... esas cuya probabilidad de ser desechadas al mar del olvido es tan improbable como nuestro deseo sincero de ser arrinconadas en el extravío fortuito... no nos engañemos, nos cuesta soltar los amarres del corazón y el recuerdo.
De una u otra manera todos tenemos experiencias afectivas que nos han marcado de muchas y muy diferentes maneras. Podemos haber tenido una sola pareja, o ninguna, o más de una... podemos haber experimentado el amor pleno o la aversión y la rabia más hirientes... podemos haber caído y levantado miles de veces... y, sin duda alguna, podemos llevar grabado en lo más profundo de nuestro corazón y nuestro recuerdo experiencias de fuego que ni el agua más helada podría calmar y borrar de nuestra memoria.
Esas experiencias siempre van a estar ahí, siempre. Esas personas que han pasado por nuestra vida, que nos han acompañado en el camino durante más o menos trayecto... siempre estarán dentro de nosotros porque han formado parte de nuestra existencia y, en cierta manera, han ayudado a ser quienes a día de hoy somos. Y eso hay que aceptarlo y superarlo... igual que hoy nos rodean personas que marcarán nuestro futuro y en el futuro aparecerán personas que moldearán nuestro ser de manera ininterrumpida... así somos, seres sociales por naturaleza y así debemos asumirlo y tolerarlo.
No podemos (ni debemos) intentar borrar a todo aquel que ha pasado afectivamente por nuestro interior, por ejemplo a amores que nos hicieron desfallecer hiriendo nuestro ser más profundo, si tuvimos cerca su presencia y ya se alejó de nosotros... es porque así debía ser.
Es difícil, complejo, en ocasiones nos parecerá casi imposible... pero no nos aferremos a su olvido (porque es imposible borrar este tipo de recuerdos) ni tampoco nos aferremos al retroceso en el tiempo... porque lo que pasó ahí debe quedar... miremos hacia delante, reconstruyámonos, aprendamos de la experiencia de esa vivencia, sigamos enriquecidos hacia delante y asumamos que tanto los buenos como los malos recuerdos de esos fantasmas del pasado nos acompañarán para siempre...
... te aseguro que llegará un día en el que su compañía espectral pasará a un segundo plano, a un más allá indiferente, pues aparecerá una nueva realidad (ya sea materializada en experiencia vital, en nuevo amor o, simplemente, en madurez) que, de pronto, cambiará las prioridades emocionales y, con una fuerza titánica y sutil, soltará esas amarras dejando que las emociones carcelarias pesen menos... descubriendo así que, aunque nos sigan acompañando de por vida, poco a poco se irán alejando de nuestro caminar... revelándose una mañana tan lejanas que casi nos resultará imposible recordar cómo fueron aquellas vivencias convertidas antes en esclavas emociones.
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RECUERDA LA PUBLICACIÓN DEL "DÍA 100: JORNADA DE VENTANAS ABIERTAS"...
¡ESPERO TUS PROPUESTAS!
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HASTA EL JUEVES 15 DE NOVIEMBRE ESTAS A TIEMPO DE INSCRIBIRTE SIGUIENDO LOS PASOS QUE DETALLÉ EN EL "DÍA 101: ¡10.000!"
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8 comentarios:
No te puedes hacer una idea de cuánta razón tienes y lo absolutamente real que es lo que has reflexionado.
FELIZ DIA DE ELECCIONES
UN ABRAZO
Nuevamente, gracias M.G. por estar siempre ahí, fielmente y reflexionando.
Me alegra que te haya parecido apropiado y real (al menos esto último sí es así, pues todo lo que aquí narrado sucedió y así he plasmado también mi forma de ver la situación).
Que tengas un día fantastico, yo huyo al campo, a hacer senderismo, pues las elecciones en esta tierra se escapan a mi paciencia... ;).
Un abrazo enorme y ¡¡FELIZ DIA!!
el tiempo es un gran aliado y es e que, al final, se encarga de ir encajando todas las piezas.
biquiños,
Así es Aldabra, y a veces la rapidez con la que el tiempo ejecuta sus soluciones depende de nuestra preparación para afrontar situaciones (el tiempo pone cada cosa en su sitios, pero nuestra ayuda a acelerar el proceso es indudable ;D).
¡Un beso enorme y que tengas un muy buen día!
no siempre te comento de las canciones porque no siempre puedo ver los vídeos cuando leo el blog... pero te diré que el primer concierto que asistí fue al de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. todo un lujazo.
biquiños,
Y que lo digas!!! Un lujazo de los buenos de esos que a veces solo pueden darse una vez en la vida.
Me alegro de que hayas vivido esa experiencia, seguro es de las que quedan grabadas en en el recuerdo y te acompañan toda la vida.
Un besazo.
Totalmente de acuerdo con esta profunda reflexión.
De hecho, hace unos días, también hablaba de esto mismo con alguien muy cercano. La conclusión a la que llegamos fue la misma: hasta que no aceptas las cosas y a las personas tal como han sido, o como son, el puzzle no se termina y puede "volverte loco". Y si no tanto, puede hacer que te quedes estancado y te alejes de quienes tenías más cerca y más dentro.
Respecto a la canción, no la había oído nunca, y curiosamente en los últimos días he escuchado dos versiones, una de ellas dedicada a Angela Merkel!
Qué curiosas las coincidencias ...
Hola Menchu, gracias por compartir tu reflexión. Me alegra mucho que te haya gustado esta historia.
Esta canción yo la conozco hace muchos años, es un clásico y una gran historia de desamor... contada solo como Silvio puede hacerlo. Me resulta curioso que me digas que la has escuchado dedicándosela a Angela Merkel... creo que jamás hubiera podido imaginar esa escena con esta melodía de fondo jajaja.
Un besazo!!
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