viernes, 5 de diciembre de 2014

DÍA 767: Eterna

Siempre fuiste un alma libre, rebelde, con ese carácter modelado por la necesidad de un tiempo y una tierra árida y desafiante. Por eso no me sorprende que tus visitas nunca cumplan un patrón predeterminado, ni siquiera que se produzcan cuando yo las reclamo con el desgarro y el desamparo que producen la distancia y la ausencia.

Tu apareces cuando crees conveniente. Tu me visitas en los momentos en los que sabes, por esa extraordinaria experiencia que da la vida y ninguna otra cosa más, que lo necesito con urgencia.

Quizás tu puesta en escena en esta ocasión no fue la más esperada. El lugar en el que hiciste acto de presencia no hubiera sido, ni remotamente, imaginado por las mentes más oníricas que hayan existido. 

Ciertamente, no me importa en absoluto.

A mi, en esta nueva madrugada, solo me importa que me has visitado de nuevo esta noche. Que apareciste, una vez más, sin previo aviso y con total espontaneidad. Como eras tú.

La vida eterna te sienta de maravilla, tu piel seguía suave, tersa, casi transparente. Una sonrisa inundaba tu hermosa cara. Tus ojos brillaban de felicidad. Imagino que cumpliste tu sueño de conocer a Dios.

Quiero que sepas que tu mensaje me llegó a lo más profundo de mi conciencia. No el que me dijiste con palabras, ese fue superficial y, con gran probabilidad, de rápido olvido. El que de verdad me caló hasta lo más recóndito del alma fue el que me regalaste con tu mirada y con tu apariencia. Ese es el que de verdad me agitó con fuerza...

... el tiempo no espera por nadie. 

Tomemos las cosas con calma porque, tarde o temprano, acabaremos reuniéndonos todos en el mismo lugar. En ese lugar desde el que tu, libre, rebelde y con propias decisiones, como también lo eras en tu forma terrenal, me visitas en noches inesperadas. En noches en las que necesito que regreses para levantarme los pies de la Tierra y ayudarme a tomar conciencia y perspectiva.

Y en el instante en que me abrazaste con fuerza en nuestro particular paraíso de sueño, cuando más me envolvía la intensa emoción que me devoraba durante tu presencia ausente, tan solo fui capaz de recordar ese pequeño cuento breve que en los últimos meses colapsa mi retina...

"- Abuela.
- Dime
- ¿Me das un abrazo? Pero rápido.
- Claro, pero ¿por qué rápido?
- Porque mi mamá ya me va a despertar."

Te echo de menos abuela. 

Gracias infinitas por tus visitas nocturnas, sabes que siempre dejaré la puerta abierta, para que me visites espontánea y pizpireta...

...para que me visites y te quedes eterna.

Te quiero abuela.
Tu nieta mayor.



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4 comentarios:

Javier CG dijo...

Hay momentos Izaskun, en los que para recordad el rostro, su timbre de voz, sentir la presencia de la abuela, tengo que girar la cabeza y mirar la foto de la boda que tengo en la estantería. Al leer este relato, una vez más, te doy las gracias por compartirlo con todos. Encajas las palabras como un puzle para definir a esa gran mujer, la abuela y nuestra madre. Su presencia en tus sueños y que podamos entrar por tu ventana, hace que yo también me sienta muy cerca de ella durante la lectura... Nos observa vigilante y nos protege como siempre y tu precioso relato, hace por un instante que la sienta más próxima.

Un beso y disfruta del previo a la Navidad, que ya estáis casi pisando la nieve vitoriana.

Ama dijo...

Hija, qué bién defines a ésta, tu querida abuela. Mujer de bandera, que siempre lo fué, porque las circunstancias de su vida, que así y tan difícil se lo puso, la hizo valiente, fuerte y echada para delante.
En ocasiones doliente, dura, fuerte.Tenía que ser así, para al final conseguir su fruto. No hay cosecha buena sin plagas varias, heladas, luvias , nieblas, y un sin fín de accidentes naturales. La cosecha que sobrevive a todo ésto, es la mejor cosecha. Así veo yo a tu abuela y así la he visto siempre. Eso sí, jamás me olvido de su amado marido. Ese gran hombre que compartió con ella tan duros y difíciles momentos, pero que entre los dos consiguieron algo magnífico. Cinco hijos como cinco soles.
Solo les pido a los dos, ahora que están juntos, que velen y les den, a estos cinco soles, la fuerza suficiente para llevar a buen término la trea que ellos se propusieron. Se lo pido de corazón. Que les den las entendederas y ánimos suficientes para que, juntos, sigan adelante.
Que consigan llevar a buen puerto su legado.
Un besazo de tu madre. Te quiero y lo sabes.
Ya estás aquí.

Docecuarentaycinco dijo...

Hola Javi, no sabes lo que reconforta leer tus palabras. Muchas gracias por seguir asomándote por este pequeño pedacito de mi y por tus bonitos comentarios.

Me alegra, no imaginas cuanto, que mis líneas te ayuden, que te hayan llegado. Cuando se está tan lejos y se echa tanto de menos tantas cosas, sentir que se tiende un pequeño hilo de complicidad ayuda a calmar el dolor de la distancia.

La abuela es sabia.

Gracias de nuevo por compartir tus pensamientos y sentimientos con esta publicación. Gracias de corazón.

Como bien dices, ya queda poco para el regreso (una vez más). Lo mejor es que esta vez va a ser un poquito más extendido y eso, sin duda, da una dosis de alegría indescriptible.

UN beso muy fuerte y muchos recuerdos. Gracais una vez más.

Docecuarentaycinco dijo...

¡Saludos Ama! Gracias por tu comentario una vez más. Poco más que añadir a lo que expuesto por tí... solo que queda un día menos para vernos de nuevo.

Tachando números en el calendario estamos... ¡como locos!.

Un beso enorme y que tengas un día maravilloso.