A
veces hay que dejar de buscar excusas absurdas a nuestros deseos y
lanzarse al vacío a ver qué sucede. Probablemente tras los pretextos se
esconde la felicidad, porque lo cierto es que antes de aquello que nos
llena de alegría siempre suele haber un abismo con miedo.
El
miedo, ese eterno enamorado de nuestras más atormentadas debilidades y,
al mismo tiempo, fiel consejero de nuestra motivación verdadera. De
nuestra vocación más profunda.
Sin
miedo no hay valentía y sin enfrentar al miedo no hay éxito.
Así es el
camino de la superación... temor... valor... esfuerzo... superación... y
logro. Eso sí, sin un tiempo definido para cada paso. Puede que nos
quedemos aparentemente estáticos durante años en una de esas huellas del
camino, entonces es cuando realmente surge la fortaleza, ese famoso
"¡Siempre Adelante!" que nos da al vida sin ser conscientes.
En
fin, hoy escribo sin rumbo, tan solo por la necesidad de gritar
silenciosa todo aquello que me ancla a una vida llena de incertidumbres.
Necesitaba golpear el teclado con rabia, llorar entre sus letras y
dejar que la luz de la pantalla me cegara para empezar en blanco un
nuevo día. Probablemente lleve mucho tiempo caminando en círculos entre
el "esfuerzo", el "valor" y la "superación". Cíclica y laberíntica, sin
encontrar la salida al "logro".
Será
cuestión de persistencia, cuanto más difícil se pone el camino dicen que
mayor será el éxito si uno es capaz de no desfallecer.