* En el DÍA 365: ¡¡UN AÑO DE VIDA!! propuse describir a 12:45pm con una sola palabra. Oficialmente todos vuestros desafíos finalizaron con el inquietante término del DÍA 393, sin embargo Silvia hace unos días se puso en contacto conmigo para preguntarme si todavía podía participar en este juego lleno de provocación lingüística. Por supuesto le dije que sí, pues en 12:45pm la única limitación temporal que encontramos es el título de la ventana... y ninguna más. Así que Silvia, ni corta ni perezosa, me envió dos términos para describir a este nuestro pequeño gran hogar, EMPATÍA y LEALTAD. Hoy la salida está dedicada a Silvia y su desafiante EMPATÍA.
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Todo comenzó siendo aún muy jóvenes y, como suele suceder la mayor parte de las veces, lo inauguramos de la manera más inocente posible... con un juego tonto que buscaba acelerar las horas de una tarde de verano interminable.
- "¡A ver si eres capaz de llegar hasta la fuente dando solo quince pasos!" - me dijo Silvia con ese tono de voz inquietantemente desafiante que siempre sacaba a relucir cuando su cabeza maquinaba con bravura juegos llenos de risas y buenos ratos.
Por supuesto yo, corazón travieso por naturaleza, acepté su propuesta con una gran sonrisa y con los brazos abiertos.
Así que allí estábamos las dos, acompasando nuestros pasos en medio de la silenciosa plaza una tarde de calor cualquiera. Ensayando una y otra vez, entre carcajadas y caídas forzadas, nuestro particular periplo de quince pasos hasta la fuente. Llenas de energía y juventud.
Por supuesto el reto, hora y media más tarde, fue superado y celebrado como se merecía. Con un buen remojón al ritmo de la caída rota del agua desde el caño oxidado de la fuente.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/vida-alegre-melilla-447057 |
Recuerdo aquella tarde como si hubiera sucedido ayer. Llegué a casa completamente empapada y los estornudos no finalizaron hasta bien entrado septiembre. A Silvia le sucedió lo mismo.
Nos resultaba curioso ver cómo el cosquilleo de la nariz llegaba al mismo tiempo y nos moríamos de la risa cada vez que el estornudo salía de nuestros labios en el mismo preciso segundo y con el mismo timbre sonoro.
Silvia y yo íbamos a la misma clase, 7ºB, y era todo un espectáculo para nuestros compañeros asistir a nuestra improvisación de orquestado catarro. A la maestra, sin embargo, no le hacía tanta gracia y siempre terminaba mandándonos al despacho del Director, sospechando que aquello lo hacíamos con total premeditación y alevosía buscando deliberadamente escaquearnos de alguna lección densa y aburrida.
Nada más lejos de la realidad.
Nuestra sincronización espontánea fue aumentando al mismo ritmo que la vida nos iba transformando en adultas. Poco a poco la complejidad de las acciones simultaneadas fue creciendo, de zancadas y estornudos pasamos a enamoramientos, desengaños, pérdidas, descubrimientos, llantos, tristezas y un sinfín de experiencias que, como si fuéramos un espejo desdoblado, íbamos reflejando en paralelo en nuestras almas.
http://pompitasycolores.blogspot.com/2011_05_01_archive.html |
El tiempo fue pasando con su característica insensibilidad y Silvia y yo nos reencontramos, como hacíamos cada verano, en la plaza de la fuente una tarde calurosa. Muchas cosas habían cambiado para entonces... demasiadas cosas... menos nuestra particular armonía.
Ambas cumplíamos 40 años a los pocos días y, ansiosas por descargar ese peso existencial que dan los cumpleaños en cada década vivida, compartimos inquietas y exaltadas las vivencias ocurridas en los últimos meses de cada una de nuestras vidas.
Hablamos largas horas. Dimos paso a la sofocante oscuridad con el ritmo del agua de la fuente... por ella no pasaba el tiempo, fluía incesante ignorando el caminar de los transeúntes al ocaso de un cielo estrellado... mientras Silvia y yo seguíamos compartiendo paralelas turbaciones.
Sin embargo, aquella algarabía de palabras rítmicas y preocupaciones vitales desaparecieron de manera súbita e inesperada con un sencillo y espontáneo gesto...
Ambas estábamos sentadas en el mismo banco de piedra, perenne y atemporal, nuestro pie derecho apoyado en el suelo y la pierna izquierda cruzada en reposo sobre la contraria. Ambas habíamos apoyado la mano derecha sobre el bloque de piedra y ambas agitábamos en movimiento pendulante nuestro pie en el aire.
Silvia se puso seria. De pronto paró de hablar y se quedó, durante unos segundos, mirando al infinito del agua cayendo del caño. Su mirada se tornó angustiada y una lágrima comenzó a brotar de sus rojizos ojos compungidos.
Mi alma se estremeció y fue como si una garra de dolor me arañara el corazón al verla sufrir en silencio. Mi amiga, esa amiga de la infancia, sufría como nunca antes lo había hecho y yo, llena de incertidumbre por no saber si por primera vez me desviaría de ese camino que vivíamos en paralelo, me sentí aterrada.
Sentía su pena mientras ella, como hacía la fuente cada tarde, dejaba brotar lágrimas incontroladas de entre sus párpados cerrados.
Fue con un sencillo y espontáneo gesto...
Fue en ese momento que quise apaciguar su tristeza y le cogí suavemente de la mano... haciéndola sentir menos sola... acompañada en su desconsuelo... mostrándole a través de nuestros dedos entrelazados cómo, a pesar del paso de los años, nuestros latidos, nuestras respiraciones, seguían el mismo ritmo, acompasados, más vivos que nunca, duplicando así nuestras fuerzas para hacer frente, con infinita empatía, a cualquier tormento que la existencia nos pusiera en la travesía.
Silvia poco a poco dejó de llorar y, con esa apaciguada mirada que muestra aquel que se siente comprendido y acompañado, me abrazó y me dijo susurrando al oído...
- "Muchas gracias amiga... ¿todavía crees que serías capaz de llegar hasta la fuente dando solo quince pasos?"...
... por supuesto acepté el reto.
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