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lunes, 14 de diciembre de 2015

DÍA 806: Cuenta atrás

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Son las cuatro y cuarto de la madrugada. Lunes. Diciembre caluroso en el Caribe. Aunque los locales digan que “llegó el friíto Navideño”, lo cierto es que hace calor.

Esta noche llovió un poco y todavía se escuchan los ecos de algunas gotas que se precipitan de los tejados hasta el suelo. Ingrávidas. Inconscientes.

Las coquís martilléan el aire con dos notas repetitivas. Los grillos las acompañan. Naturaleza orquestada.

Como siempre, el expreso a lo lejos y los perros insomnes ladrando a sombras extrañas que violentan el espacio de la casa que custodian con desvelo. Nero maúlla. Barrunta.

En la casa de al lado se oye música instrumental. Violines y alguna tos. Son las cuatro y veinte de una noche igual que las demás. Y sin embargo distinta.

M.A. duerme. Ajeno a mi despertar vespertino. Feliz y sereno.

Un avión cruza el cielo, se prepara para el aterrizaje. Y de pronto una emoción extraña y reconocida invade mi cuerpo recién despertado. Son las 4:30am. En una semana, en tan solo una semana, yo estaré haciendo lo mismo en la otra orilla del charco.

Hoy preparo mi propio despegue. Hoy inicia una semana desbordante de emoción y nervios. La última semana.

Hoy comienza, sin opción a viraje, la cuenta atrás.

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viernes, 11 de diciembre de 2015

DÍA 803: 2015

Y de pronto es 11 de diciembre.

No podría decir que este 2015 haya sido uno de los mejores años de mi vida, tampoco quizás el peor, lo que sí puedo decir es que estos 12 meses que cargo a las espaldas, sin ningún lugar a dudas, han sido los que más me han azotado físicamente hasta el momento.

Era un domingo 25 de enero de 2015 cuando el avión tocaba tierra por este lado del mundo tras disfrutar de las pasadas Navidades. La bienvenida ya suponía un presagio de lo que me aguardaba el resto del calendario. Fue el lunes 26 de enero, al amanecer, cuando empezó mi periplo médico en Tierra de Acogida… y todavía hoy, 12 meses después, no ha terminado.

Este año está siendo una cadena de acontecimientos de salud que me tiene ya bastante cansada. Y mira que una intenta ser positiva, pero nada oye, cuando vienen torcidas no hay manera.

El caso es que a este año maldito le queda poco para ser vencido, y eso es lo importante. En apenas 10 días estaremos pisando Tierra de Origen un año más. Como siempre por estas fechas preparamos con ilusión desbordante las maletas y el espíritu, cerramos velas y levamos anclas. Abandonamos durante semanas este singular hogar con su sofá negro y su ventilador imperturbable, sus madrugadas de gallos y sirenas, sus ventanas siempre abiertas, su calor constante, sus colores, sus sonidos, sus alarmas para el trabajo, sus retos, sus logros, sus emociones desbordantes y su esencia.

Abandonamos el Caribe para regresar a ese añorado frío que calienta nuestros corazones con solo traerlo al recuerdo.

Y ya con eso todo mereció la pena.

Nunca me gustaron los impares. El 2016 seguro viene lleno de buenas noticias, es pura estadística y ya sabemos que las matemáticas de la esperanza… nunca fallan.
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martes, 1 de diciembre de 2015

DÍA 800: Diciembre

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Llega diciembre silencioso, cabizbajo y consumido. Cargando el peso de todo un año, de doce meses de profunda incertidumbre y desasosiego.

Mes de hojas marchitas, de páginas de calendarios caídas y obsoletas.

Cierre de temporada, fin de una anualidad larga, difícil y experimentada.

Llega diciembre arrastrado, exhausto y con mala cara… pero llega.

Remolcado por su propia inercia, por la constancia del devenir del tiempo, cansado y envuelto en desmayo sin tregua… pero llega.

Y así como diciembre cierra el año y pesa, así mi cuerpo se tambalea inestable por los azotes de meses bárbaros y sin alma. De subidas y bajadas. De aciertos, errores, dolores y carcajadas. Así como diciembre cierra y cicatriza, así mi mente repliega velas e iza anclas.

Y sin embargo… llega. Llego. 

Mes de análisis, reflexión y nuevas metas. Mes de introspección profunda, de abismos y luces risueñas. Mes en que a pesar del frío oscuro, de la nieve, el recogimiento y la tormenta… todo se tiñe de música, de bailes y colores tintineantes. De familia, de copas en alto, de promesas y fiesta.

De recuerdo por lo perdido. De esperanza por lo que llega. 

Porque al final de todo se sale, todo termina y comienza. Todo se recicla, restituye y empieza. Todo lo que nos acontece en la vida tiene inicio y expiración, como la propia existencia.

Por eso a pesar del camino, de lo arduo del trayecto dejado atrás con valentía y fortaleza, al final todo acaba bien, y si no acaba bien es que el desenlace no llega. 

Me invade un sentimiento extraño, de mil emociones llena.

Llega diciembre… y con él, el regreso a mi tierra.

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miércoles, 4 de noviembre de 2015

DÍA 794: Más leña al fuego

En los últimos meses, además de mis propios cambios vitales, también he vivido cambios en mi entorno… lo que a su vez, como si de un laberinto sin salida se tratase, ha repercutido seguramente también en mi interior.


Me intentaré explicar lo mejor que pueda aunque creo que he perdido parte del entrenamiento alcanzado tras muchos meses de publicaciones relativamente continuas en esta nuestra ventana.


En estos meses de 2015 que hemos dejado atrás por la gracia del paso del tiempo y el devenir de las estaciones (esas que aquí en Tierra de Acogida ni se perciben) varias personas importantes dentro de mi vida social por este lado del mundo, han comenzado nuevos rumbos en su aventura particular de vida. Decidieron continuar su camino fuera de esta islita del Caribe. La cual, para ser sincera, no está pasando su mejor momento socioeconómico, la verdad.

El caso es que, por muchos y muy diferentes motivos, grandes personas, ejemplos de vida para esta diminuta ciudadana del mundo, han hecho las maletas y se han ido de aquí... poniendo océanos de distancia.


Cuando reflexiono sobre ello termino dándome cuenta de que el dolor que siento no está provocado principalmente por la despedida, que también, sino principalmente por la añoranza que vuelvo a sentir por el cambio, el viajar, los retos, el abandono y, muy probablemente, el regreso a Tierra de Origen. Lo cierto es que me alegro infinitamente por ellos... y me entristezco un poquito más por mí.


Hace poco llegó a mi retina una imagen de una escultura de Bruno Catalano que muy probablemente ejemplifica lo que intento exponer… el desasosiego, desarraigo y desprendimiento doloroso de los que dejamos nuestra tierra para emprender nuevos rumbos (aunque haya sido voluntario y deseado)…

 
http://www.visualnews.com/wp-content/uploads/2013/06/Bruno-Catalano-8.jpg

Siempre termino mi reflexión con el mismo pensamiento. Como si echara leña a mi personal hoguera de motivación, finalizo mi rumiación casi diaria sobre este asunto con el sentimiento, más tal vez que razonamiento, de que es probable que esté acercándose a pasos agigantados… el momento del deseado regreso.

Quién sabe, mi vida es tan impredecible como mis reflexiones. Pero soñar con que el regreso a la tierra que llevo en el alma llena de melancolía está cercano, me alienta en las noches calurosas de frio invierno en el Caribe… así que sigo echando leña hasta que el fuego me queme, ardan mi entrañas y tenga que echar a correr lejos, al océano, para lograr apagar todas las brasas y evitar que el dolor me queme viva.

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