* Propuesta hecha por Almudena en el "DÍA 100: Jornada de ventanas abiertas".
El reto se centraba en escribir sobre la amistad y la fragilidad de la misma; sobre, el dolor, el desengaño y la decepción que se siente cuando una amistad es rota de manera unilateral por una de las partes implicadas y cómo, muchas veces, la otra parte se siente impotente ante la situación.
.............................................
Existía en la antigua Roma una imponente edificación hecha con diferentes materiales de origen natural y solemne apariencia.
Su construcción fue lenta, costosa y compleja, pues fueron muchas las inclemencias y contratiempos que hicieron que el alzamiento de aquel monumental templo se llevara a cabo entre diferentes siglos en la historia de la ciudad.
La tardanza en la finalización de la construcción sacra tuvo como consecuencia que las materias primas utilizadas variaran en dependencia de las modas, de los nuevos hallazgos en construcción y de los mercados con sus costes de compra-venta.
Por todos estos motivos, cuando finalmente se realizó la apertura del santuario aquella soleada mañana del mes de Abril, en la que los habitantes de la ciudad celebraran con exaltación y euforia los honores de la Diosa Tellus, se pudo contemplar cómo la integración ecléctica de componentes y de conocimiento humano podían dar como resultado una obra de magnificencia pomposidad.

Las fiestas en honor a la Diosa de los campos sembrados fueron todo un éxito aquel año y el compendio de piedra, arcilla, argamasa y madera de aquella construcción auguraba, para los romanos, buenos años en las cosechas.
Efectivamente así fue. El siguiente lustro vivido a partir de la primera apertura del templo resultó de grandes recolecciones en la productividad de los cultivos, lo que provocó, de manera incontrolable, que la fama en cuanto al poder de aquella construcción llegara hasta los más recónditos límites en los territorios que la Antigua Roma abarcaba por aquellos siglos.
El santuario era realmente imponente y de gran belleza, pero lo que realmente llamaba la atención a todo aquel que lo visitaba, por culto o por curiosidad, eran las dos columnas que custodiaban la entrada principal al recinto.
Eran dos columnas de altitud excepcional, tanto que si el visitante se ubicaba justamente en el inicio de su base y alzaba la vista buscando su fin... corría el riesgo de quedar cegado por el Sol.
Realmente eran dos soportes imprescindibles para la estructura, pues sin su existencia ninguno de los muros adyacentes podría sostenerse en pie y, por tanto, ninguna de las ceremonias que se llevaban a cabo en el interior podría ejecutarse con la calma, la tranquilidad y el bienestar que requerían.
En definitiva, aquellos contrafuertes en forma de columnas jónicas eran en realidad los que velaban día y noche por el equilibrio del interior.
Sin embargo, lo que nadie sabía era que cada una de aquellas columnas había sido construida por diferentes materiales, pues la tardanza en la edificación había hecho que ellas fueran dos de las afectadas en la heterogeneidad de elementos. Aunque esto, desde fuera, era imposible de percibir.
Las columnas pasaban los días observando satisfechas el devenir de visitantes. Complacidas y orgullosas veían como su presencia permitía que todo el que se acercaba al templo pudiera cumplir con su devoción y cometido dentro de las sacras paredes que escoltaban. Sabían que habían sido puestas allí, una junto a la otra, para hacer grandes cosas, para hacer historia, siempre apoyándose la una a la otra, siempre soportando el peso compartido de la pesada estructura y pudiendo dar como resultado, en el interior del edificio, un espacio de calma, paz y bien que no todas las construcciones de la ciudad podían asegurar.
Los meses iban pasando y aquellas columnas dialogaban desde las alturas sobre lo humano y lo divino. Comentaban animadamente y de manera especial los cambios que podían ir percibiendo en la ciudad con el paso del tiempo y cómo ellas avanzaban gloriosas en su cometido sin ser damnificadas por las permutaciones arquitectónicas.
Con el avance de los años se habían hecho grandes compañeras, descubriendo que compartían no solo función estructural sino también gusto por las pequeñas cosas... el sol calentando su fachada, la lluvia resbalando por los canales del fuste, la admiración artística por el mutuo capitel... eran buenos años... nada presagiaba que las circunstancias podían cambiar.
La realidad es que el futuro deparaba una situación absolutamente antológica a sus esperanzas proyectadas.
Ignorantes las columnas obviaron algo realmente fundamental, algo que suponía la base primordial de su estructura, y era que, al haber sido alzadas en épocas diferentes, sus materiales básicos tenían orígenes y calidades dispares. De este modo una de ellas había sido construida en su totalidad con sólido Mármol de Carrara mientras que la otra solo exteriorizaba éste elemento en su capa más superficial, pues internamente, debido al coste que suponía en el momento de su levantamiento, había sido completada con piedra de tufo volcánico, una piedra ligera de consistencia porosa.
Algo que a primera vista no tenía por qué suponer impedimento alguno, incluso no tenía por qué ser percibido, resultó ser el origen del desgarrador derrumbe.
Las lluvias de los últimos años habían sido copiosas y más abundantes de lo habitual, lo que aceleró el proceso de desgaste de la columna porosa... aunque ella no lo supo hasta que una leve fisura apareció en la base de su construcción.
Poco a poco, la debilidad fue haciéndose más patente en la columna, ya no soportaba como antes el peso de la estructura y su miedo iba acrecentándose cada día. Se sentía llena de incertidumbre, insegura y atemorizada, y así se lo hacía saber a su compañera de sólido mármol, quien, llena de preocupación y pena la animaba y consolaba día y noche... sosteniendo mayor cantidad de peso... peso del templo y peso del alma por ver a su amiga caer lentamente.
Poco a poco la columna fue desintegrando su piedra interior, quedando tan solo la carcasa de mármol que la recubría. El proceso fue lento y doloroso para ambas, pues el carácter de Piedra fue cambiando de manera drástica y, a pesar de que Mármol le apoyaba, motivaba y escuchaba, Piedra se volvió arisca e irritante, reprochando a Mármol continuamente las circunstancias en las que se encontraba... Piedra se sentía insegura y comenzó a salir a la luz la envidia y la débil base sobre la que había construido su amistad con Mármol... el proceso fue lento y doloroso... para ambas.
La situación se hizo insostenible y una noche de Abril, estando nuevamente a tan solo días del inicio de la festividad en honor a la Diosa Tellus en un remoto siglo antes de Cristo... Piedra se dio por vencida y se dejó caer... llevándose consigo la estructura sacra casi al completo... pues tan solo se mantuvo en pie, honesta, de buen material y sano interior... Mármol.
Hoy en día la columna de Mármol de Cerrara sigue en pie, gloriosa y perenne, sabiendo que, más allá del dolor producido por la amistad perdida, por la caída del aparente equilibrio interno del bienestar del sacro templo y por la impotencia en su salvación, el derrumbe de aquella construcción había sido necesaria para entender que, a veces, nos encontramos junto a columnas que a pesar de su sólida apariencia la base de su estructura no es tal base y que tarde o temprano, a pesar de nuestro deseo, cuidado e insistencia, esa estructura caerá... pues los cimientos no eran los adecuados y así estaba escrito que sucediera.
Entendió así la columna de Mármol que un templo de amistad que se desmorona... nunca fue verdadero templo de lealtad.
_____________________
_________________
¡¡RECUERDA!!
¡ANÍMATE Y DA TU OPINIÓN!...
¿CÓMO TE GUSTARÍA QUE CONTINUARA LA HISTORIA DE "EL SECUESTRO DE LA IMAGEN"?
¡TE ESPERO!