domingo, 9 de septiembre de 2012

DÍA 47: Redecorando

Hacía tiempo que miraba aquella vieja cómoda con desdén. 

Los cambios en la decoración de la casa habían sido muchos y muy variados,
pero por fin había encontrado el que encajaba con mi estilo. 

Sabía que aquel antiguo mueble no se adaptaba al ambiente, pero me resistía a deshacerme de él... 
... ya sabes, vínculos emocionales... 

Finalmente me armé de valor y decidí hacerle frente... ¿reforma o reciclaje?... 

Abrí uno de sus carcomidos y oxidados cajones... 
... encontré varios corazones rotos, algunos botes rebosantes de lágrimas,
inseguridades varias y una solitaria y desorientada sonrisa que no lograba hacer amigos. 

Viejos y ¿olvidados? recuerdos. 

En contra de lo esperado la decisión fué rápida. 
Ahora en lugar de la cómoda tengo una gran ventana... 
... con vistas al mar. 

Mi mente me agradece la mejora decorativa y el nuevo estilo,
dice que la cómoda empezaba a agrietar el suelo con su peso y temía que cayera al piso de abajo. 

Ahora mi pensamiento y yo somos felices,
aireamos cuando el ambiente se carga y tenemos unas vistas preciosas...
... incluso en días de tormenta.

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4 comentarios:

M.G. dijo...

ENHORABUENA por habrelo conseguido.Viva la valentia ante una decisión, en ocasiones, tan importante. Siempre es para bién. Lo agradece el cuerpo, pero mucho más el alma.
Un abrazo.

Docecuarentaycinco dijo...

Así es M.G. Como suelen decir renovarse o morir.
¡¡FELIZ DÍA!! y muchas gracias por estar siempre ahí.
UN beso muy grande.

Menchu dijo...

Qué bien, qué bien traído!! El paralelismo es absoluto!
Diría que, a menudo, tratamos de reciclar, sabiendo inconscientemente que lo que necesitamos es una reforma.
Otras veces, nos lanzamos sin pensarlo a la reforma total, obteniendo, en poco tiempo, la misma insatisfacción que en el primer caso.
Probablemente, la clave esté en la revolución, y la dificultad estribe en los tiempos de reacción y en la profundidad de los apegos irracionales …
Este verano, con el cambio de estación, y después de 4 ó 5 años guardándolo todo sistemáticamente para el año siguiente, decidí deshacerme de un montón de ropa en la que jamás volveré a caber de modo confortable.
Según cogía las preciosas camisetas y falditas para meterlas en la bolsa, no sólo veía las prendas, sino a mí con ellas puestas. Fui capaz de recordar, incluso, momentos vividos en los que llevaba aquello puesto!
Esta vez, en lugar de pensar en dietas y gimnasios, y en el verano siguiente, decidí asumir aquella etapa como cerrada y sustituir la ropa por otra nueva.
Lo he bautizado como “alarde de madurez”.
Una vez tomada la decisión, me pregunto desde cuándo no quepo realmente en esas prenditas. Vaciar la cómoda ya es un primer paso …

Docecuarentaycinco dijo...

¡Hola Menchu! Efectivamente es así, y si nos cuesta con cosas materiales imaginate con esas cosas que guardamos durante años y años y años en la "cómoda" de nuestro pensamiento, ¡ahí ya apaga y vámonos!. Debemos llenarnos de valor y fuerza y hacer reformas y reciclajes más a menudo, airear siempre es bueno.
Un beso muy grande y ¡feliz día!