viernes, 11 de diciembre de 2015

DÍA 803: 2015

Y de pronto es 11 de diciembre.

No podría decir que este 2015 haya sido uno de los mejores años de mi vida, tampoco quizás el peor, lo que sí puedo decir es que estos 12 meses que cargo a las espaldas, sin ningún lugar a dudas, han sido los que más me han azotado físicamente hasta el momento.

Era un domingo 25 de enero de 2015 cuando el avión tocaba tierra por este lado del mundo tras disfrutar de las pasadas Navidades. La bienvenida ya suponía un presagio de lo que me aguardaba el resto del calendario. Fue el lunes 26 de enero, al amanecer, cuando empezó mi periplo médico en Tierra de Acogida… y todavía hoy, 12 meses después, no ha terminado.

Este año está siendo una cadena de acontecimientos de salud que me tiene ya bastante cansada. Y mira que una intenta ser positiva, pero nada oye, cuando vienen torcidas no hay manera.

El caso es que a este año maldito le queda poco para ser vencido, y eso es lo importante. En apenas 10 días estaremos pisando Tierra de Origen un año más. Como siempre por estas fechas preparamos con ilusión desbordante las maletas y el espíritu, cerramos velas y levamos anclas. Abandonamos durante semanas este singular hogar con su sofá negro y su ventilador imperturbable, sus madrugadas de gallos y sirenas, sus ventanas siempre abiertas, su calor constante, sus colores, sus sonidos, sus alarmas para el trabajo, sus retos, sus logros, sus emociones desbordantes y su esencia.

Abandonamos el Caribe para regresar a ese añorado frío que calienta nuestros corazones con solo traerlo al recuerdo.

Y ya con eso todo mereció la pena.

Nunca me gustaron los impares. El 2016 seguro viene lleno de buenas noticias, es pura estadística y ya sabemos que las matemáticas de la esperanza… nunca fallan.
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