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Un yunque oxidado
por cerebro es lo que tengo.
No razono con
cordura,
ni pienso ni reflexiono.
Ni siquiera
entiendo los discursos de mi yo interior.
La boca me sabe a
ladrillo descompuesto.
Con ese sabor a
tierra seca tan característica de los bloqueos.
No hay manera,
cabeza obstruida,
no hay caminos
con salida.
Mi creatividad
está de huelga y yo rasco con ahínco por si encontrara,
ilusa,
algún resquicio
abandonado de cordura e inventiva.
Pero nada.
Hoy el día está
reseco de fantasía e ingenio.
Me desespero.
No le veo esta
mañana remedio a este agujero,
así que asumo mi
desértico estado y aporreo,
desbocada y sin
criterio,
el teclado del
ordenador que me mira retante.
“¡él empezó la provocación!”… le digo a mi yo interior.
Pero me mira
enfadado, desafiante,
y yo,
como infante que
hoy me siento,
agacho la cabeza
y confieso.
Me pudo la nada
de mi pensamiento.
Hoy tengo un
chorlito por intelecto.
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