CUÉNTANOS POR QUÉ TIENEN SURCOS
LAS MONTAÑAS
Os
voy a contar un cuento. Todo
comienza así.
Había
una vez, en un lejano país, una alta montaña en cuya cima se encontraba una húmeda y preciosa pradera.
Un
buen día, un pequeño manantial supo ganar su espacio y he de deciros que
con verdadero éxito.
Con
el paso de los días, este pequeño manantial
fue creciendo y poco a poco se convirtió en una hermosa alfaguara.
Los
días iban transcurriendo con normalidad, plácidos, serenos, felices.
Llegó el día en que la campiña fue descubierta
y a partir de ese momento cada vez más visitada por grupos de amigos que se
reunían alrededor de la alfaguara y mientras charlaban y departían, comían y
descansaban, bebían de sus frescas y claras aguas. La bautizaron con el nombre
de AMISTAD.
Pero
en un momento todo cambió. Una mañana, de pronto, todas las avecillas que allí
moraban comenzaron a volar con tal
ímpetu que pareciera que en ello les iba la vida. Nadie podía entender
el por qué de tan extraño comportamiento.
Ni
tres horas habían pasado cuando se empezaron a escuchar, a lo lejos, grandes estruendos. Al poco y sin ninguna dificultad comenzaron a visualizarse en
el firmamento enormes masas grises, casi negras, que con total libertad se acercaban velozmente hacia
la llanura y se les veía compartir con gran impunidad el espacio con enormes
y largos haces de luz y con aterradores y ensordecedores estruendos.
Amistad no pudo luchar contra lo que se le venía
encima así que se dejó hacer. Y lo que ocurrió es que toda aquella hecatombe
universal que se produjo le dio vida y
sintió como sus aguas crecían y crecían. Se comenzaron a disgregar y desplazar por
la pradera. Al principio de forma lenta pero al poco notó que todo su manantial
corría hacia un camino desconocido y notaba cómo iba taladrando el suelo a su
paso. Sintió cómo el suelo que recorría
ya no era plano. Comenzó a descender y descender y descender… de tal forma que
su, para ese momento, gran flujo, formó una importante torrentera.
Y
paró. Llegó por fin a un gran lago conocido con el nombre de Lago AMOR.
Cuando
sus aguas se serenaron pudo observar el entorno al que había llegado. Vio como varias
familias con sus pequeños chilindrines
y sus medianos burriatos, jóvenes
parejas y parejas ya de una edad, pasaban
un feliz y tranquilo día de asueto, ajenos e ignorantes de la experiencia que a
éste manantial, tan pichurri días atrás,
le había ocurrido. La cultura le
había invadido.
http://rutassinperderse.blogspot.com/2011/07/3-etapa-tmb-refugio-le-balme-refugio.html |
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