miércoles, 5 de noviembre de 2014

DÍA 759: Surfeando

http://compartimosunbrunch.com/2013/07/04/surf/

Vivimos como surfistas.

No solo yo, también tú y todos los que pueblan aguas y tierras. El ser humano lleva viviendo como un surfista de la vida desde hace mucho tiempo. Más del que podamos imaginar.

Hoy me di cuenta. Fue un abrir de ojos inmediato. Lo pude ver claro. Sin ninguna duda.

Todo comienza cuando, de manera individual pero formando equipo, comenzamos a esperar la ola. Esa ola perfecta que pareciera está hecha solo y únicamente para nosotros. La esperamos pacientes. En silencio. Nerviosos e ignorantes por lo que pudiera llegar. Dejándonos mecer por el vaivén del mar que es cada respiración de vida. Disfrutando el momento con incertidumbre.

Debemos hacer frente a falsos avisos. Pequeñas o grandes olas que resultaron ser tan solo acumulaciones de agua deconstruidas. Trampantojos de oleaje. Pequeños ensayos para la vida.

Y cuando de pronto llega la ola esperada, en ese momento en el que, aunque hayamos podido verla venir o no, siempre nos inundan millones de sentimientos contradictorios, reunimos fuerzas, coraje y agitación para, progresivamente, ir haciéndonos con la situación y dominar lo ingobernable. El mar salvaje y libre que es la vida.

Si la ola es fuerte, si tenemos poca experiencia, si cometemos errores de principiante o si sucede algún evento inesperado fuera de nuestro control, probablemente terminemos hundidos mezclándonos entre espuma y remolinos. Perdidos en un túnel que nos asfixia y en el que parece no haya salida. Asustados y buscando la supervivencia innata. Sabiendo que lo mejor en esos casos es mantener la calma y dejarse llevar durante un momento, eso nos llevará a la superficie. A esa superficie a la que anhelamos, sin embargo, subir para retomar, nuevamente, el intento de coger otra ola, otro proyecto, otra aventura de vida. Pero para ello debemos salir victoriosos y con más experiencia de cada reto, acuático o no, que nos va llegando desde el horizonte incontrolable de la vida.

La experiencia siempre es un grado. La motivación, el tesón y las ganas de exponerse y disfrutar (siempre con cabeza), también. La vida es un mar sin barreras, las fronteras las ponemos nosotros.

Vivimos como surfistas de la vida. Definitivamente eso es lo que hacemos, compañero.

Ahora comprendo por qué siempre he vivido enamorada del mar. Ahora comprendo este sabor a sal en mis labios...
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2 comentarios:

Ama dijo...

No se por qué, pero con tu escrito de hoy me ha venido a la memoria un acontecimiento aparcado en el tiempo, en el mucho tiempo. Estoril. Gran ola. Hija de mi mano arrebatada por la corriente. Casi ahogo, ahogo de las dos por la maldita ola. Ansiedad máxima y éxtasis de preocupación. Respiro por fin. Y...Mi pequeña?. Sí, ahí estaba, más salvada que yo. A mi no me hicieron ni caso pero me sentí feliz, la ola, maldita ola, te había devuelto a tí a la playa antes que a mí. Jamás le perdonaré que te arrebatara de mi fuerza con al que te tenía asida. JAMÄS.
Hoy he recordado ésto.
Muchos besos y ya falta menos.
Estamos yaaaaaa!!!!!

Docecuarentaycinco dijo...

Lo bonito de los recuerdos es poder seguir conttándolos por mucho tiempo. La vida es sabia.

Ya no queda nada para el regresi... poco, muy poco :).

¡¡FELIZ VIERNES A TODOS POR ALLI!! Y MUCHOS BESOS.